"Cuando se analiza la opresión de las mujeres con un enfoque materialista y feminista, se destruye la idea de que las mujeres son un grupo natural... Lo que el análisis consigue al nivel de las ideas, la práctica lo hace efectivo en el nivel de los hechos: por su sola existencia una sociedad lesbiana destruye el hecho artificial (social) que constituye a las mujeres como un "grupo natural". Una sociedad lesbiana revela pragmáticamente que esa separación de los hombres de que las mujeres han sido objeto, es política y muestra que hemos sido ideológicamente reconstruidas como un "grupo natural". En el caso de las mujeres, la ideología llega lejos, ya que nuestros cuerpos, así como nuestras mentes, son el producto de esta manipulación.
En nuestras mentes y en nuestros cuerpos se nos hace corresponder, rasgo a rasgo, con la idea de naturaleza que ha sido establecida para nosotras. Somos manipuladas hasta tal punto que nuestro cuerpo deformado es lo que ellos llaman "natural", lo que supuestamente existía antes de la opresión; tan manipuladas que finalmente la opresión parece ser una consecuencia de esta "naturaleza" que está dentro de nosotras mismas (una naturaleza que es solamente una idea). Lo que un análisis materialista hace por medio del razonamiento, una sociedad lesbiana lo realiza de hecho: no sólo no existe el grupo natural "mujeres" (nosotras las lesbianas somos la prueba de ello), sino que, como individuos, también cuestionamos "la-mujer", algo que, para nosotras —como para Simone de Beauvoir— es sólo un mito. Ella afirmó: "No se nace mujer, se llega a serlo. No hay ningún destino biológico, psicológico o económico que determine el papel que las mujeres representan en la sociedad: es la civilización como un todo la que produce esa criatura intermedia entre macho y eunuco, que se califica como femenina".
Un análisis feminista materialista muestra que lo que nosotras consideramos causa y origen de la opresión, es solamente la "marca" que el opresor impone sobre los oprimidos: el "mito de la mujer", con sus manifestaciones y efectos materiales en las conciencias y en los cuerpos apropiados de las mujeres. Tener una conciencia lesbiana supone no olvidar nunca hasta qué punto ser "la-mujer" era para nosotras algo "contra natura", algo limitador, totalmente opresivo y destructivo en los viejos tiempos anteriores al movimiento de liberación de las mujeres. Era una constricción política y aquellas que resistían eran acusadas de no ser "verdaderas" mujeres. Pero entonces estábamos orgullosas de ello, porque en la acusación había ya como una sombra de triunfo: el reconocimiento, por el opresor, de que "mujer" no es un concepto tan simple, porque para ser una, era necesario ser una "verdadera".
Simone de Beauvoir subrayó precisamente la falsa conciencia que consiste en seleccionar de entre las características del mito (que las mujeres son diferentes de los hombres) aquellas que parecen agradables, y utilizarlas para definir a las mujeres. Utilizar eso de que "es maravilloso ser mujer", supone asumir, para definir a las mujeres, los mejores rasgos (¿mejores respecto a quién?) que la opresión nos ha asignado, y supone no cuestionar radicalmente las categorías "hombre" y "mujer", que son categorías políticas (y no datos naturales)."
"Es nuestra tarea histórica, y sólo nuestra, definir en términos materialistas lo que llamamos opresión, analizar a las mujeres como clase, lo que equivale a decir que la categoría "mujer" y la categoría "hombre", son categorías políticas y económicas y que, por tanto, no son eternas.
"Cuando descubrimos que las mujeres son objeto de opresión y apropiación, en el momento exacto en que somos capaces de reconocer esto, nos convertimos en sujetos en el sentido de sujetos cognitivos, por medio de una operación de abstracción...Esta operación de entender la realidad tiene que ser emprendida por cada una de nosotras: llamémosla una práctica subjetiva, cognitiva. Este movimiento de ida y vuelta entre los dos niveles de la realidad (la realidad conceptual y la realidad material de la opresión, que son, ambas, realidades sociales) se logra a través del lenguaje. Somos nosotras quienes históricamente tenemos que realizar esa tarea..."
"Para las mujeres, responder a la cuestión del sujeto individual en términos materialistas consiste, en primer lugar, en mostrar, como lo hicieron las feministas y las lesbianas, que los problemas supuestamente subjetivos, "individuales" y "privados" son, de hecho, problemas sociales, problemas de clase; que la sexualidad no es, para las mujeres, una expresión individual y subjetiva, sino una institución social violenta."
"Cuando Adrienne Rich dijo: "La heterosexualidad es obligatoria", dio un gran paso en la comprensión de la especie de contrato social al que actualmente nos enfrentamos. Nicole-Claude Mathieu, una antropóloga francesa, en un ensayo notable sobre la conciencia dominada, ha mostrado que incluso en el silencio no se puede leer un consentimiento. ¿Y cómo podemos consentir un contrato social que nos reduce por obligación a seres sexuales que sólo tienen sentido por sus actividades reproductivas, o, a seres en los cuales todo, incluso su espíritu, es sexo.
En conclusión diré que las mujeres sólo pueden entrar en un nuevo contrato social, escapando de su clase, incluso si tienen que hacerlo como esclavas fugitivas, una por una. Ya lo estamos haciendo. Las lesbianas somos desertoras, esclavas fugitivas; las esposas desertoras están en la misma situación y existen en todos los países porque el régimen político de la heterosexualidad está presente en todas las culturas. Así romper con el contrato social heterosexual es una necesidad para quienes no lo asumimos."
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