lunes, 21 de enero de 2019



Rosa Parks, la "madre del movimiento por los derechos civiles" fue una de las personas más importantes del siglo XX. Mrs. Parks era costurera en Montgomery, Alabama, cuando, en diciembre de 1955, se negó a ceder su asiento en un autobús urbano a un pasajero blanco. El conductor del autobús la arrestó. Fue juzgada y condenada por violar una ordenanza local.

Su acto provocó un boicot en toda la ciudad por el sistema segregacionista de autobuses para negros que duró más de un año. El boicot llevó a un clérigo desconocido llamado Martin Luther King, Jr., a la prominencia nacional y dio lugar a que a partir de ese acto de Rosa Parks, la Corte Suprema de los Estados Unidos prohibiera la segregación en los autobuses urbanos. Durante las siguientes cuatro décadas, ayudó a que sus compatriotas se dieran cuenta de la necesaria lucha social por los derechos civiles.

viernes, 18 de enero de 2019


"Partiendo de la nada hemos alcanzado las más altas cotas de miseria"

 - Groucho Marx

jueves, 17 de enero de 2019



                              Deus Ex Machina. Horacio, Ars Poetica


    "Que un dios no intervenga, a menos que el nudo se mostrara digno de tal desenlace"

                           
Esta frase latina originalmente describía un dispositivo del diagrama antiguo usado en el teatro griego y romano. Muchos autores de la tragedia usaban Deus ex Machina para resolver situaciones complicadas o incluso aparentemente sin esperanza en las parcelas de sus obras de teatro. La frase se traduce aproximadamente como "dios a través de la máquina". Esta traducción se refiere a cómo el Deus ex Machina se realiza a menudo en el teatro antiguo. Un actor que interpreta a un dios o diosa aparecería en el escenario por un "mechané", que era el nombre del dispositivo de grúa utilizada. El diagrama de arriba muestra la mecánica del "mechané". Se compone de vigas de madera y utiliza un sistema de poleas para recoger a un actor en el aire y elevarlos por encima del escenario para simular el vuelo.

El término Deus ex Machina todavía se utiliza hoy en día, sin embargo, ha adquirido un significado más amplio. Deus ex Machina es ahora la frase utilizada para describir cualquier situación en la que algo inesperado o no plausible es traído a la línea de la historia para resolver situaciones o desenredar una trama. La resolución podría venir de un nuevo personaje, un dispositivo o evento. La definición de esta frase también se ha estirado para incluir cualquier resolución de la historia que no se dibuja directa o lógicamente de la trama anterior y desafía incluso el concepto amplio de la suspensión de la incredulidad. La nueva y más amplia definición de Deus ex Machina ayuda a los autores de tales obras modernas para poner fin a sus historias con las conclusiones improbables pero más aceptables.

Mujeres "chalecos amarillos" reivindican en Francia el carácter "no violento" del movimiento







Algunas participantes se visten con el gorro frigio. Símbolo de la Revolución Francesa.





 "Precarizadas, discriminadas, indignadas, mujeres en primera línea"

 "Deseo que todos los que creen en la democracia, en la representación soberana del pueblo francés se reúnan y digan 'es suficiente'"

"El gobierno quiere dar la imagen de que somos violentos, pero ahora somos las madres, las abuelas, somos las hijas, las hermanas de todos los ciudadanos y queremos decir que (...) nuestro enojo es legítimo"

"Vine por el futuro de nuestros hijos. Les dejamos una sociedad podrida. Muchos estarán desocupados y las personas mayores trabajarán siempre más. No tendrán derecho a expresarse si no actuamos ahora"

"Soy una niña y no quiero tener hijos en este mundo", una manifestante, una mujer joven empujaba un cochecito con dicha inscripción.

miércoles, 16 de enero de 2019

¿Qué quieren los chalecos amarillos? — Luis Casado



insurgente.org- 07/01/2019

Acto VIII. Los chalecos amarillos no ceden. On ne lache rien!, es su divisa. Son refractarios a los discursos vacíos, a las promesas mentirosas y a las cortinas de humo. Ahora, las mujeres decidieron salir a la calle. Solas. Porque no solo hay que alimentar a los hijos, parar la olla, dirigir la casa, mantener ocupadas las rotondas… sino también demostrar que la suya es la Fuerza Tranquila. Los violentos están en el gobierno. Lo cuenta Luis Casado… y no será el último episodio…



               "Sediciosos, facciosos, agitadores, violentos, ‘casseurs’ (destructores)…"


Así se refiere a los chalecos amarillos Benjamin Grivaux, ministro vocero del gobierno de Emmanuel Macron. Un coro de cacatúas periodísticas repite en los medios: “Sediciosos, facciosos, agitadores, violentos, ‘casseurs’… Luego, cuando los chalecos amarillos denuncian el periodismo tarifado, infame, manipulador y a las órdenes del poder, los cagatintas se lamentan como vestales impolutas: “Los chalecos amarillos atacan la libertad de prensa”…

Sin embargo, una de las características más evidentes del chaleco amarillo, junto a su determinación, su capacidad de sacrificio, su generosidad y su humanismo, es su voluntad de actuar pacíficamente. Como para demostrarlo, este domingo, –víspera de Epifanía–, salieron a la calle –solas– las mujeres chalecos amarillos. Haciéndole frente a una cohorte de policías armados hasta los dientes para la guerrilla urbana, gritan al unísono: “¡Dame un beso!” “¡Dame un beso!” (Un bisous! Un bisous!).




Los mensajeros armados de la paz y el orden ponen cara de culo y se tornan hacia su comandante: “¿Qué hacemos jefe?”

Sábado, Acto VIII del movimiento que sacude Francia hasta sus cimientos, el número de manifestantes dobló con relación al sábado anterior, desmintiendo al gobierno y a los medios que afirman, contra toda evidencia, que el movimiento pierde fuerza.

Los chalecos amarillos son un movimiento revolucionario, ejemplar e histórico. Salen a la calle, se reencuentran y rehacen la sociedad… El pobre suele hacerse pequeñito, baja la voz y la cerviz, vive como disculpándose de estar ahí, culpabilizado de su pobreza por los winners, los expertos, los que saben, el riquerío y sus sirvientes. El chaleco amarillo comprendió que el pueblo es él, y recordó lo que le enseñaron en la escuela pública, laica y gratuita: “La Revolución Francesa eliminó para siempre las desigualdades sociales ante la Ley, e hizo del pueblo el único soberano”. El chaleco amarillo es pueblo, ergo… es soberano.

Frente a la crisis de régimen surgen dos caminos: unos, los demócratas, exigen ampliar, extender los derechos ciudadanos, practicar la democracia directa. El referendo de iniciativa ciudadana (RIC) traduce esa voluntad del pueblo de decidir de lo que le concierne. Otros, los autoritarios, apuestan al hombre/mujer providencial que, imponiendo otro orden, el suyo, le restituya a Francia el orden y la tranquilidad que hacen las delicias del gran capital.

En este bivio, en esta alternativa, surge otra vez, como en setiembre de 1789, la diferencia entre izquierda y derecha: la izquierda lucha contra los privilegios, se opone a ellos, los declara inadmisibles. La derecha protege los privilegios, vive gracias a ellos, y los justifica por ser de ‘origen divino’ o el premio de la riqueza acumulada despojando al pueblo.

La costra política instalada llora el fin de la democracia representativa. Los chalecos amarillos responden que las reglas de la representación deben ser definidas por los representados. No por los representantes. Es el pueblo el que debe fijar los límites de la representación, la misión del representante, y establecer los mecanismos de control que le permitan revocar al representante si este no obedece el mandato recibido de quienes lo eligieron.

¿Democracia representativa? Sí, pero como en la Atenas de Pericles: mandato breve, no renovable, revocable, controlado y sin privilegios.

La masa de periodistas sirvientes no entiende. Por eso no para de preguntarle a los chalecos amarillos: “Pero… ¿cuáles son sus reivindicaciones?”

Emmanuel Macron propuso “un gran debate nacional”. Y se apresuró a fijar los límites del debate. “No podemos deshacer lo que ya hemos hecho”, declaró, jupiteriano. Antes de insinuar los temas que a su juicio pueden ser discutidos.

Los chalecos amarillos, recordando una vez más la Revolución Francesa, retrucan: “No es el representante el que fija los límites de la soberanía de los representados. ¿Porqué debiese estar limitada nuestra soberanía? ¿Con qué legitimidad puede alguien limitar los derechos de los ciudadanos, que son, precisamente, la fuente de la legitimidad?”

“Hay cuestiones muy técnicas”, osa argumentar algún politólogo, suerte de comentarista deportivo surtido de muchas pelotas. La respuesta no se hace esperar: “En política no hay ‘expertos’: todos somos iguales y tenemos derecho a un voto.”

La reflexión va más allá: elegir es no votar. Elegir significa designar un “electo” que es el que vota todo en nuestro nombre, prescindiendo de nuestra opinión. Al elegirle, abdicamos de nuestra propia soberanía durante 4, 5 o 6 años.

La Constitución, que debe proteger al ciudadano, sus libertades y sus derechos, es en realidad una prisión política que nos mantiene maniatados. No hay ningún artículo de la Constitución que niegue abiertamente la soberanía del pueblo (a menos que se trate de la Constitución chilena). Pero la Constitución establece que las leyes las vota el Parlamento, no los ciudadanos. Los representantes, diputados y senadores, votan leyes que les convienen a ellos y a sus mandantes.

Ese hecho, verificado no solo en Francia sino en el mundo entero, es el que lleva a los chalecos amarillos a reclamar su derecho a controlar y a revocar a los electos. Porque los electos, los representantes, instituyen su propio poder, despojando al pueblo de su soberanía.

Étienne Chouard, un militante que piensa y hace pensar, sostiene que no se trata de pasar a la 6ª República, sino a la primera democracia… Hasta ahora ha prevalecido el poder de la oligarquía, sector social privilegiado que impuso el sufragio como la mejor herramienta para preservar su poder. Desde hace 25 siglos sabemos que la herramienta de la democracia no es el sufragio sino el sorteo: Montesquieu, Rousseau y otros grandes pensadores lo dijeron, antes de que esta gran verdad fuese convenientemente ocultada.

Étienne Chouard opina que esto no es una democracia porque, si uno examina la realidad, el demos no tiene el kratos.

En democracia ningún poder financiero debe ser dueño de los medios de comunicación. En democracia la moneda no puede estar al servicio del gran capital en manos de un Banco Central privatizado. Así como hay soberanía política, debe haber soberanía monetaria.

La revolución ciudadana de los chalecos amarillos no solo sigue viva, sino también grávida de una profunda reflexión relativa al tipo de sociedad que debemos construir.

Lo que no es óbice u obstáculo para escuchar una vez más la pregunta babosa del periodista teledirigido: “Pero… ¿cuáles son sus reivindicaciones?”

La respuesta es simple. Los chalecos amarillos, o sea el pueblo, quieren recuperar el kratos…

                                                                         (Polítika)

Fuente: arrezafe