En medio de nuestros platos de papilla
había pintada una mariposa azul
y cada mañana jugábamos a quién llegaba primero a la mariposa.
Entonces la abuela decía: 'No os comáis a la pobre mariposa'.
Eso nos hacía reír.
Ella siempre lo decía y siempre nos hacía reír.
Parecía una pequeña broma tan dulce.
Yo estaba segura de que una hermosa mañana
las mariposas saldrían volando de nuestros platos
soltando la risita más diminuta del mundo
y se posarían en el regazo de la abuela.
Katherine Mansfield
No hay comentarios:
Publicar un comentario