"Las preguntas que debemos hacer y contestar sobre esa procesión (de hombres ilustres) en este momento de transición son lo suficientemente importantes como para cambiar la vida de las mujeres para siempre. Debemos preguntarnos a nosotras mismas, aquí y ahora, ¿queremos unirnos a ese cortejo o no queremos? ¿Bajo qué condiciones deberíamos unirnos? Sobre todo, ¿dónde nos conduce, esta procesión de hombres ilustrados? No dejemos nunca de pensar: ¿en qué consiste esta "civilización" en la que nos encontramos? ¿Qué significan estas ceremonias y porqué tendríamos que formar parte de ellas? ¿Qué son estas profesiones y porqué tendríamos que vivir de ellas? ¿A dónde, en resumen, nos lleva el cortejo de los hijos de los hombres ilustrados?"
"Ni una sola guinea ganada fruto del trabajo debe destinarse a la reconstrucción de la universidad sobre sus antiguas bases, del mismo modo que ninguna guinea podría gastarse en construir una universidad según un nuevo plan, por lo tanto, la guinea debe destinarse a "Trapos. Gasolina. Cerillas."
Y se debería adjuntar la siguiente nota:
"Tome esta guinea y, con ella, queme la universidad hasta sus cimientos. Prenda fuego a las viejas hipocresías. Deje que la luz del edificio en llamas asuste a los ruiseñores y tiña de rojo los sauces. Y deje que las hijas de los hombres instruidos bailen alrededor del fuego y que con sus propias manos arrojen montones y montones de hojas secas sobre las llamas. Y deje que sus madres se asomen a las ventanas de los pisos de arriba y griten: "¡Que arda! ¡Que arda! ¡Estamos hartas de esta educación!"
Virginia Woolf, Tres guineas
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