miércoles, 7 de marzo de 2018
En febrero lo vivo estaba inmóvil.
Los pájaros preferían no volar y el alma
roía en el paisaje como un barco
roza en el muelle al cual está amarrado.
Los árboles nos daban la espalda.
La altura de la nieve se medía con juncos.
Envejecían las huellas de pasos sobre el hielo.
Se derretía el lenguaje bajo un toldo.
Algo llegó hasta la ventana un día.
Se detuvo el trabajo, yo levanté la vista.
Los colores ardían. Todo se dio la vuelta.
El mundo y yo dimos un salto el uno hacia el otro.
- Tomas Tranströmer, Cara a cara, de El cielo a medio hacer
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