Chantal Akerman, D’Est (1993)
A principio de los noventa Chantal Akerman en una especie de diario íntimo que la acompañó a lo largo de todo el proceso de creación de D’Est (1993), narra un viaje del verano al invierno desde Alemania del este a través de Polonia, los paises bálticos hasta Moscú. Film en el que acudía a la llamada de sus orígenes judíos de la Europa del Este enfrentándose por primera vez a la compleja tarea de filmar ese paisaje que le era tan extraño y tan familiar al mismo tiempo. En D’Est, la cineasta venía de algún modo a ilustrar la tentativa de destruir la presencia de ese lugar falso, mítico y arquetípico, como muy acertadamente lo ha calificado el artista francés Christian Boltanski, ligado al imaginario sobre los orígenes de su familia y que había alimentado la concepción espacial de su cine, especialmente en aquellos filmes donde bien el paisaje, bien la experiencia del exilio y la soledad ligada a él, se erigen como verdadero protagonista.
"Me gustaría rodar allí, con mi propio estilo de documental que roza la ficción. Me gustaría filmarlo todo. Todo lo que me conmueva"
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