viernes, 17 de abril de 2015


“El Rojo no suele ser inocente (mira éste). Pero el rojo que me enviaste lo es! Es el color rojo de la infancia. Un rojo de mentira. O el rojo de unos párpados jóvenes cerrados con fuerza: el rojo que veías cuando hacías eso. Lo miro y me pregunto qué pasará cuando envejezca. Tal vez dejará de ser rojo. Mi conjetura es que quizá se convierta en negro.

Quizás este rojo nada inocente fuera blanco cuando era joven! Blanco con un toque de verde como la flor del manzano cuando se abre. Ahora es el rojo más pesado del mundo. Ningún pájaro podría volar cerca de él.

Tal vez mi rojo favorito es el rojo Caravaggio. Lo utiliza en un cuadro tras otro. (La Muerte de la Virgen, en el Louvre, por ejemplo) Es el rojo por el que se jura amor eterno. El rojo que tiene como padre el cuchillo. El rojo que Naguib Mahfouz estaba pensando en El Cairo, cuando escribió:"La amada puede ausentarse de la existencia, pero el amor no.”

Quiero probar a ver si puedo convertir este rojo tan pesado en rojo de Caravaggion. Mira: ahora no es tan pesado pero ha perdido pasión. Quizá ningún rojo puede tener esta pasión a menos que se le pinte un cuerpo cerca o en su interior. ¿Podría ser que el rojo es el color que continuamente está pidiendo un cuerpo?” 

John Berger,  I Send You This Cadmium Red

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