“Dejó
de llover y hasta asomó la luna, en el mismo instante en que Tom salía de la
casa. Es muy clara la luna que reluce entre las nubes. Los árboles tienen
sombras alargadas. De una de estas sombras sale el lobo, flaco y largo. Veo que
se para, alarga el cuello y se queda quieto, como si fuera de piedra. Como un
perro abandonado que se ha vuelto malo, al que ya no asusta nada y que está
medio loco de soledad.”
- Unica Zürn, El trapecio del destino y otros cuentos
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