En esta luz azulina
Puedo llevarte allí,
habiéndome hecho la nieve
un universo de hueso
por el que mirar. Esta
es mi casa,
lo que me toca del muro
Etrusco, los limoneros de
mi vecino, y, justo debajo
de la capilla,
la fábrica de aviones.
Un gallo
canta el día entero en la niebla
más allá de los muros.
Hay leche en el aire,
hielo en las oleosas
superficies de los limones. ¡Qué
límpida es la mente,
santo sepulcro! Se trata de una niña
de Piero
della Francesca, desabrochándose
su vestido azul,
su manto de atmósfera,
porque tiene que ir
al campo. Vamos, entremos.
Es antes del
nacimiento de dios. Nadie
se ha levantado aún
para ir a los museos, a la línea
de montaje–cuerpos
y alas—al mercado de
de víveres. Esto es
lo que hacen los seres vivientes: entrar.
Se trata de un largo camino.
Y el vestido se abre una y otra vez
desde la eternidad a la
privacidad, y la vida en su seno se agita.
Hacia el corazón,
la tragedia, el momento presente
siempre dado a luz muerto,
pero al entrar, cada respiro
es un botón
abriéndose, algo terriblemente
ágil que con sus dedos
tantea cada negativa.
Jorie Graham,“San Sepolcro” en The Dream of the Unified Field: Selected Poems, 1974-1994
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