Amor, el mundo
De repente cambia, cambia de color. La luz de una farola
Separa las vainas del laburnum,
esas colas de rata, a las nueve de la mañana.
Es el Ártico,
Este pequeño círculo
Negro,
Con sedosas y apretadas hierbas – pelo de niño.
Hay verde en el aire,
Suave, delicioso.
Me envuelve tiernamente.
Siento rubor y calor,
Creo que podría llegar a ser algo grande,
Estúpidamente feliz,
Con mis botas de agua
Chapoteando y chapoteando
Entre la belleza roja.
Esta es mi propiedad.
Dos veces al día
La recorro, oliendo
El acebo silvestre con sus festones
Color viridian, hierro puro,
Y el muro de los viejos cadáveres.
Los amo.
Los amo como a la historia.
Las manzanas están doradas,
Imagínate–
Mis setenta árboles
Sosteniendo sus bolas de oro rojizo
En un espeso caldo gris de muerte,
Con sus millones de hojas doradas
De metal y sin aliento.
Oh amor, oh célibe.
Nadie, sólo yo
avanzo empapada hasta la cintura.
Irremplazables
Oros sangran y se ahondan, bocas de las Termópilas.
lunes, 16 de junio de 2014
Sylvia Plath: Carta de Noviembre
Sylvia Plath, Ariel
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Ahora.
ResponderEliminarAhora tengo un precioso jardín interior lleno de lirios y el mapache , y las aves que se alimentan de mi mano. Y mi Ártico y el pequeño círculo, el verde en el aire y mis botas de agua y Sylvia Plath, y tú...porque me hace muy feliz tu presencia aquí Elise.
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