"Los hombres y mujeres que van cada día a sus oficinas y pasan en ellas todo el día...merecen cada penique que ganan. Lo que sucede es que se interpone la siguiente reflexión:...la afirmación de que "ganar doscientas cincuenta libras anuales es todo un logro, incluso para una mujer altamente cualificada y con años de experiencia a sus espaldas" debe ser, por decirlo claramente, una absoluta mentira. Bien, lo único que tenemos que hacer es dar un paseo por Whitehall, tomar en consideración cuántos Consejos y Oficinas tienen su sede allí...Simplemente hemos de ponernos unas gafas más precisas. Leamos la lista de nombres, sigamos, sigamos y lleguemos hasta el último. Al final, localizamos un nombre al que se antepone la palabra "señorita".
"La distinción basada en el sexo parece poseer, una curiosa característica: pesa como el plomo; hasta el punto de que mantiene a cualquiera cuyo nombre tenga esa característica moviéndose en círculos en las posiciones más bajas."
"Así, es muy posible que la palabra "señorita" emita una vibración en los tribunales y en los departamentos de la que no se ha tomado nota en la sala de evaluación. "Señorita" transmite la idea de sexo y el sexo lleva consigo un cierto halo, una cierta esencia. "Señorita" puede evocar el frufrú de la enaguas, el regusto de un perfume o de una cierta peste, perceptible incluso en el extremo más alejado de un departamento y que resulta desagradable...Es así porque, se mire como se mire, la "señorita" es una mujer, la "señorita" no se educó en Eton ni en Christ Church. Como la "señorita" es una mujer, la "señorita" no es hijo ni sobrino. Nos estamos arriesgando a transitar un camino lleno de imponderables."
"Consultemos la prensa...si encontramos alguna pista que nos guíe en nuestro intento de responder a la delicada y difícil pregunta sobre el halo, la esencia, la atmósfera que rodea a la palabra "señorita" en Whitehall:
"Soy de la opinión de que un considerable volumen de malestar...se podría aliviar aplicando una política basada en emplear a hombres en vez de a mujeres...hoy día en las oficinas de correos, compañías de seguros, bancos y otros despachos hay miles de puestos de trabajo que podrían estar ocupando los hombres...con el debido proceso de reajuste, un gran número de mujeres que han pasado a trabajar en el sector servicios quedarían disponibles para el servicio doméstico."
La peste se agudiza.
Y una vez más:
"Tengo la certeza de que expreso la opinión de miles de hombres jóvenes al decir que si los hombres realizaran el trabajo que están haciendo ahora miles de mujeres jóvenes, esos hombres podrían mantener a esas mismas mujeres en los hogares...Es hora de que el Gobierno insista en que los empleadores contraten a más hombres y que así puedan casarse con las mujeres a las que ahora no tienen acceso."
¡Ahí está! No puede caber duda ya de la presencia de esa peste. Ha salido el conejo de la chistera; y, sin duda, es macho.
Después de tomar en consideración las evidencias que esas citas revelan, estará de acuerdo conmigo en que hay buenas razones para pensar que la palabra "señorita"...desprende asimismo una cierta peste, que en Whitehall resulta desagradable para las narices de quienes se encuentran al otro lado del departamento. Y ello provoca, probablemente, que todo nombre que vaya unido a ese "señorita", como resultado de esa peste, se quede anclado en las posiciones más bajas, donde los salarios son exiguos, en vez de ascender a las altas esferas, donde los salarios son mucho más sustanciosos."
"Esta peste, ese olor -¿o debemos llamarlo "ambiente", "atmósfera"?- es, pues, un elemento muy importante de la vida profesional, a pesar del hecho de que, como tantos otros elementos es algo inmaterial."
"Claramente, ese ambiente, ese halo, tiene una fuerza muy poderosa. No sólo modifica el tamaño y forma de las cosas, afecta a cuestiones sustanciales, como los salarios, algo que, se podría suponer, no tiene nada que ver con esa atmósfera. Se podría escribir un poema épico sobre ese halo o una novela de diez o quince volúmenes...ese ambiente es uno de los más poderosos enemigos (en parte porque es inmaterial en grado sumo) contra los que han de luchar las hijas de los hombres instruidos."
"Ahí. en esas citas, se encuentra el huevo de la misma serpiente...Ahí tenemos el embrión de la criatura...el Dictador...cree que tiene el derecho -otorgado por Dios, la Naturaleza, el sexo o la raza: todo ello inmaterial- de ordenar a otros seres humanos cómo deben vivir, qué deben hacer.
Recojamos de nuevo la cita:
"...Es hora de que el gobierno insista en que los empleadores contraten a más hombres, y que así puedan casarse con las mujeres a las que ahora no tienen acceso."
"Y él está aquí, entre nosotras, elevando su horrible cabeza, escupiendo su veneno...enrollado como un gusano en una hoja."
Virginia Woolf, Tres Guineas
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