Tras la violación colectiva de una joven brasileña el pasado mes de mayo, las reacciones de protesta han llenado las calles de muchas ciudades latinoamericanas, además de inundar las redes sociales. Una de las últimas protestas por internet en volverse viral llega desde Argentina: la porteña Zuleika Esnal ha divulgado un texto que se ha compartido decenas de miles de veces. Esto es lo que cuenta:
“Escribí un relato sobre la violación masiva a una chica de Brasil y se viralizó. Pregunté un poco en broma que significaba eso y para que sirve. Yo me sigo levantando a las cinco y media para ir a trabajar (y eso incluye los fines de semana ) voy en bici a todos lados, ensayo, escribo, puteo, como con mucha pimienta, vuelvo a casa, la gata me ignora, Willy me abraza, yo pido un perro, Mora se ríe y todo así.
Pero hace tres días me escriben mujeres de todas partes. De todas las edades. Recibí mensajes desde Costa Rica, Uruguay, México, Bolivia, Santiago del Estero, España y Venezuela. Mujeres que piden permiso para contarme su historia como si no me estuvieran honrando. Una niña de 14 años contando que su primera vez fue con el padre en la cocina de su casa y que dolió tanto que todavía le duele. Una chica de Uruguay a la que nadie le creyó y no puede dormir de noche. Una mujer de Bolivia que tuvo la osadía de contarlo y la volvieron a violar ” Para que aprenda “dijeron”. Una chica de Santiago que dice que cree que si viene a Buenos Aires el tío va a dejar de molestarla.
Me escriben a mi, que no soy nadie. Que no tengo más recursos que el oído y la escritura. Imagínate si estas mujeres tuvieran dónde ir. Imagínate si hubiera un Estado que las ampare y las contenga. Que en mi país por ejemplo no se cerraran los centros de atención a las víctimas, que mi presidente no se burlara abiertamente diciendo que a todas les gusta que les toquen el culo. Imagínate denunciar y que las pericias te las hagan desde el respeto por tu cuerpo y tu dolor. Dice mi sobrina que si escribir sirvió para que alguien se anime a hablar entonces deja de ser sólo escritura y es revolución. Que si ayuda a sanar es un acto de amor. Yo digo que está muy bien pero que no alcanza. Y es por eso que hoy salimos a la plaza. Para dejar de imaginar”.
Y este es el escrito previo que había colgado en el que denunciaba la agresión:
“Violaron entre 30 “hombres” a una piba de la edad de mi sobrina. Un año más, ponele. Treinta; aunque no es seguro. Ella contó 28 pero antes de quedar inconsciente le pareció escuchar a uno gritando “Somos 33!!!!”. O treinta y ocho. No recuerda.
Dice que cree que la drogaron porque no podía moverse, que se reían de ella y que pensó que iba a morir. Dice que el alma duele más que la vejiga destrozada y es más difícil de sanar. Dice que se baña todo el tiempo, todo el día. Que siente culpa aunque no sabe bien de qué. Y que sueña que le sale basura de los ojos y la boca. Dice que no entiende.
Lo primero que preguntó la policía fue si alguna vez había estado en una orgía. 16 años tiene. Lo segundo, que por qué estaba donde estaba. Estaba donde estaba porque la drogaron, y así, DROGADA, fue llevada a una casa abandonada. La violaban de a dos, para hacer más rápido. Algunos repetían. Como si fuera un plato de comida. 16 años tiene.
Dice que no sabe si quiere cumplir diecisiete. Dice que para qué. Vi la foto de uno de esos hombres,con la boca abierta y la lengua afuera al lado de la vagina sangrando de esta chica de la edad de mi sobrina. Pensé en mí misma cuando a los quince, volviendo del colegio un tipo me siguió dos cuadras con la pija afuera. Pensé en mí misma a los 21, volviendo en tren desde Moreno y un pibe se masturbaba en el asiento de al lado, se bajó riéndose cuando empecé a gritar. Recuerdo que vi el asiento manchado y vomité. Lo mío no fue nada. Algunas pesadillas de vez en cuando. 16 años tiene.
La encontraron deambulando, como ida, desorientada y sangrando. Dice que tiene vergüenza. Y que no sabe por qué.
Yo creo que tiene vergüenza porque es lo primero que aprendemos. Lo que nos hacen creer.
Yo creo que tiene vergüenza porque es lo primero que aprendemos. Lo que nos hacen creer.
Que si la pollera era corta, BANCATELA [Aguántate]
Te emborrachaste, BANCATELA.
Te gusta coger pero no quieres que te violen? Estas loca? BANCATELA
Te gusta andar sola de noche? BANCATELA.
Te pones a hablar con cualquiera? BANCATELA
BANCATELA.
BANCATELA.
BANCATELA.
Te emborrachaste, BANCATELA.
Te gusta coger pero no quieres que te violen? Estas loca? BANCATELA
Te gusta andar sola de noche? BANCATELA.
Te pones a hablar con cualquiera? BANCATELA
BANCATELA.
BANCATELA.
BANCATELA.
Vivimos en un mundo donde denunciar una violación se convierte en otra violación peor. Porque el que debería protegerte te llama puta aunque no lo diga. Cuestiona tu ropa tus gustos tus horarios. Cuestiona tu cuerpo. Tus hábitos, tu concha.
NO SEÑORES. Lo que deberíamos cuestionar es la clase de hombres de mierda que estamos criando como sociedad. De esos que agarran una mina y se la pasan entre todos como si fuera una botella de cerveza hasta que ya no queda nada. O sí. Quedan los restos. Y a ver qué hacemos con eso. Se lo debemos. A esta piba. Y a todas las demás. A cada hija, a cada amiga. A cada mujer. Porque pudo ser cualquiera de nosotras. Y puede volver a ser”.
Fuente: El Ventano
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