"Sólo las palabras rompen el silencio, el resto ha callado. Si me
callase ya no oiría nada más. Pero si me callase los demás ruidos volverían a
empezar, aquellos a los que las palabras me han vuelto sordo, o que realmente
han cesado. Pero me callo, esto ocurre, no, nunca, ni un segundo. También
lloro, sin cesar. Es un chorro ininterrumpido, de palabras y de lágrimas. Todo
sin reflexión. Pero hablo más bajo, cada año un poco más bajo. Quizá. Más
lentamente también, cada año un poco más lentamente. Quizá. No me doy cuenta.
Las pausas serán pues más largas, entre las palabras, las frases, las sílabas,
las lágrimas, las confundo, palabras y lágrimas, mis palabras son mis lágrimas,
mis ojos mi boca. Y debería oír, a cada pequeña pausa, si el silencio es tal
como lo digo, al decir que sólo las palabras lo rompen. Pues no, es siempre el
mismo murmullo, chorreante sin hiato, como una única palabra sin fin y por
consiguiente sin significado, pues es el fin quien lo da, significado a las
palabras."
- Samuel Beckett, Textos para nada
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