viernes, 17 de octubre de 2014
la noche
Amo la noche
su pesada densidad
la inquietud de su deseo
poblado de criaturas del pasado
que reviven como fantasmas
en las esquinas de árboles oscuros.
Amo la noche precipitada
azul rumorosa inconcebible
la noche perturbadora de los cuerpos
cuando se desatan las bestias del deseo
aúllan las sirenas del dolor
y ruge la ansiedad de los viudos.
Amo la noche ojerosa
desvelada palpitante
noche de ácidos y de sombras
cuando nadie reconoce a nadie
y cualquiera puede ser el oscuro
objeto de deseo
cualquiera puede vestir las ropas que más amo
o desnudarse en la protectora penumbra del cuarto
simulando ser aquella a quien más quiero.
La noche poblada de mentiras
de máscaras de disfraces
de versos malos
noches de silicona y soledad
turbias de deseos insatisfechos
de antiguas ansias revividas.
Amo la noche
de cazadores ocultos
que deambulan por las calles
por los andenes
por los tugurios
en busca de la presa fugitiva
de la pieza única que los precipitará
a la muerte
al olvido
que los conducirá entre ácidos
y alcohol
a la lenta irrupción del día
igual a todos
días de rutina
días de repetición
de esperanzas frustradas
de soledad de dos.
Amo la noche
porque todo es posible
especialmente el absoluto
especialmente lo que no se tiene
especialmente lo que nos falta
especialmente su fugacidad.
Siempre hay tiempo para que amanezca mañana.
Cristina Peri-Rossi, La Noche, de Habitación de Hotel
Imagen, Marie Chapuis
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