"Significó mucho para mí: la idea de un abrigo que cuida y protege el cuerpo de una mujer. Para mí, una mujer que está absorta en su trabajo, que no se preocupa por ganar el favor de un hombre, fuerte y sutil al mismo tiempo, es esencialmente más seductora. Cuanto más esconde y abandona su feminidad, más emerge del corazón mismo de su existencia"
Una mujer en particular representa para Yamamoto el ideal de lo femenino: Pina Bausch (1940-2009), a quien le dedicó algunas de sus colecciones. La coréografa alemana, entabló una relación amistosa-intelectual con el diseñador. La afinidad entre ambos tenía que ver con que el trabajo de cada uno siempre dejaba abierta la puerta a la interpretación personal del observador. A Yamamoto, en particular, le interesaba mucho el "espacio" que se genera entre la ropa y el cuerpo, para permitir el movimiento tanto del organismo como de las telas, idea con la que Pina trabajó constantemente.
Yamamoto, ya desde el principio, quería proteger la ropa a sí misma de la moda, y al mismo tiempo proteger el cuerpo de la mujer de algo - tal vez de los ojos de los hombres o un viento frío. Quería también que la gente siguiera usando su ropa durante al menos 10 años o más, pedia al fabricante tela de calidad para hacer un acabado muy fuerte, duro.
"Quiero que la gente use mi ropa por al menos diez años, por lo que le pido a los fabricantes que hagan mis telas resistentes. Así puedo lograr una terminación firme. Mi trabajo es muy parecido al diseño de ropa para la guerra”, dijo en una ocasión. “La tela es todo. Esperen con paciencia a que les hable, porque seguramente les enseñará algo"
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