sábado, 16 de enero de 2016

"Ven al jardín, Maud,
el murciélago negro, la noche, ha volado".
       - Tennyson

Maud, ¿dónde estás, Maud?
Con tus vestidos largos y tu piel
de color melocotón
¿En qué jaula colgaste aquella noche negra de murciélagos?
¿Qué ocurrió en el jardín? Maud, ya pasó,
nos lo puedes contar ahora.

Lírica aún pero gastada, vagas por los barrios del extrarradio
mirando pasar los autobuses llenos de gente joven y feliz.
Preguntándote dónde está el jardín, dónde puede estar,
y cómo puede haberse perdido. Maud, no sirve de nada.

¿No será que te has perdido tú
y vives con un músico sin trabajo,
compartes una habitación amueblada y tienes una vieja radio
que te cuenta las últimas noticias funestas.
¿Qué está pasando, Maud?

¿Llevas un vestido de Mary Quant
y tomas comida preparada por la noche?
¿Llevas maquillaje con sabor a nomeolvides?
¿Dónde estás? y ¿estás muy perdida,
muy sola?
¿Lloras por ese jardín, perdido entre
sugerencias pornográficas,
en el que las flores de hormigón ni se abren ni se cierran?
¿Quién vertió herbicida en tu inocencia?

Maud, es mucho más tarde ahora,
entre las riberas de hormigón los ríos corren,
estuarios negros contaminados de estrellas.
Y debajo, diariamente,
nos herimos,
ajenos a toda ternura escondemos en la vida del otro
una pista de nuestra soledad.

No podríamos encontrarte ese jardín,
aunque lo intentáramos.
Así que, ven a la ciudad, Maud,
donde las flores se cortan demasiado deprisa
y los días se masacran como si fueran enemigos.

Maud, ¿eres tú esa que veo
sola entre los bloques de oficinas,
la cabeza inclinada, lágrimas jóvenes cantando penas pop
en tus mejillas?

-  Brian Patten, Come into the City, Maud

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