viernes, 24 de julio de 2015


Flaubert era un romántico frustrado -o autosuperado- que consideraba como meta desenmascarar la crueldad y la estupidez de su tiempo. Él mismo se consideraba muy lúgubre, «la vida me enmierda cordialmente» (G.F. Correspondencia Volumen 3, París), 1929. Sartre lo consideraba un «reaccionario pasivo», pero en realidad era un anarquista liberal. En una carta a George Sand manifiesta: «todas las banderas están sucias de sangre y mierda» (Correspondencia Vol 2 178). Decididamente a Flaubert no lo desvelaba la política: ningún partido o doctrina política posterior a 1830 le convencía. Tanto al socialismo - al que consideraba una variante del catolicismo y le «apestaban a gañan»- como el monarquismo, o el liberalismo positivista, le parecían «asquerosos y mezquinos».

- La educación sentimental, Gustave Flaubert,  a través de la óptica de Georg Lukács

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