sábado, 24 de febrero de 2018

Bertolt Brecht - A las generaciones futuras - Poesías escritas durante el exilio




I
  
Verdaderamente, vivo en tiempos sombríos.   
Es insensata la palabra ingenua. Una frente lisa   
revela insensibilidad. El que ríe   
es que no ha oído aún la noticia terrible,   
aún no le ha llegado.   

¡Qué tiempos éstos en que   
hablar sobre árboles es casi un crimen   
porque supone callar sobre tantas alevosías!   
Ese hombre que va tranquilamente por la calle   
¿lo encontrarán sus amigos   
cuando lo necesiten?   

Es cierto que aún me gano la vida   
Pero, creedme. es pura casualidad. Nada   
de lo que hago me da derecho a hartarme.   
Por casualidad me he librado. (Si mi suerte acabara,   
[estaría perdido).   
Me dicen: «¡Come y bebe! ¡Goza de lo que tienes!»   
Pero ¿cómo puedo comer y beber   
si al hambriento le quito lo que como   
y mi vaso de agua le hace falta al sediento?   
Y, sin embargo, como y bebo.   

Me gustaría ser sabio también.   
Los viejos libros explican la sabiduría:   
apartarse de las luchas del mundo y transcurrir   
sin inquietudes nuestro breve tiempo.   
Librarse de la violencia.   
dar bien por mal,   
no satisfacer los deseos y hasta   
olvidarlos: tal es la sabiduría.   
Pero yo no puedo hacer nada de esto:   
verdaderamente, vivo en tiempos sombríos.   

II

Llegué a las ciudades en tiempos del desorden,  
cuando el hambre reinaba.  
Me mezclé entre los hombres en tiempos de rebeldía  
y me rebelé con ellos.  
Así pasé el tiempo  
que me fue concedido en la tierra.  
Mi pan lo comí entre batalla y batalla.  
Entre los asesinos dormí.  
Hice el amor sin prestarle atención  
y contemplé la naturaleza con impaciencia.  
Así pasé el tiempo  
que me fue concedido en la tierra.  

En mis tiempos, las calles desembocaban en pantanos.  
La palabra me traicionaba al verdugo.  
Poco podía yo. Y los poderosos  
se sentían más tranquilos, sin mí. Lo sabía.  
Así pasé el tiempo  
que me fue concedido en la tierra.  

Escasas eran las fuerzas. La meta  
estaba muy lejos aún.  
Ya se podía ver claramente, aunque para mí  
fuera casi inalcanzable.  
Así pasé el tiempo  
que me fue concedido en la tierra.  

III  

Vosotros, que surgiréis del marasmo  
en el que nosotros nos hemos hundido,  
cuando habléis de nuestras debilidades,  
pensad también en los tiempos sombríos  
de los que os habéis escapado.  

Cambiábamos de país como de zapatos  
a través de las guerras de clases, y nos desesperábamos  
donde sólo había injusticia y nadie se alzaba contra ella.  
Y, sin embargo, sabíamos  
que también el odio contra la bajeza  
desfigura la cara.  
También la rabia contra la injusticia  
pone ronca la voz. Desgraciadamente, nosotros,  
que queríamos preparar el camino para la amabilidad  
no pudimos ser amables.  
Pero vosotros, cuando lleguen los tiempos  
en que el hombre sea amigo del hombre,  
pensad en nosotros  
con indulgencia.

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