jueves, 31 de julio de 2014


-¿Qué es lo que habrá que hacer para no sufrir?
-Es que llevamos el sufrimiento en nosotros. Una vez llegué a pensar que flotaba en el aire…era una idea ridícula; pero lo cierto es que la disconformidad está en uno.

Roberto Arlt – Los siete locos

Masao Yamamoto, Una Caja de Ku # 36; Dientes de león, 1991; Gelatina de plata


Soyons réalistes, essayons l’impossible


Pj Harvey & Nick Cave

Diana Bellessi: Cuando digo la palabra



Cuando digo la palabra 
nuca
¿te chupo suavemente
hasta hundir
el diente aquí?
               ¿Estoy tocándote acaso?
Cuando digo pezón
¿la mano roza
las dilatadas rosas de los pechos tuyos?
               ¿te toco acaso?

¿Toca, lengua, la comisura
de mis labios y aprisiona
en la vasta cavidad el cuerpo
que desea ser tocado y ceñido
por tu lengua cuando nombra
              mi boca la palabra lengua, acaso?

No me mandes al rincón

No hagás de mí el testigo
que se mira tocarte con palabras
Es la mano nombrada
no el nombre
quien desea aprisionar tus nalgas 
 -Hábleme
-¿Cómo será?
-¿Qué?
-Tu voz
 ¿fuego oculto en la madera
del fuego que se expande?
¿Así será?
El cuerpo de tu voz
en el instante en que
no me mandes al rincón
fluye miel de las granadas
No quiero
tocar un fantasma
ni quiero
la fantasía cortés
del trovador a su dama
Es a vos, mi amada
áspero cuerpo de la amiga a quien deseo
Gesto
de mutua apropiación
instante

donde no se sabe
los límites del tú, del yo

El nombre y lo nombrado 
en tersa conjunción que sabe
no durará

y sabe
es más eterno
que el filo de un diamante.

                       Alegre 
relámpago de zarpa 
y de mordisco
 
                       animal
el más bello de todos 
el instinto 

impera aqui. 

Su voz no tiene traducción

Verbal moneda de intercambio
                         no

solo el audaz abrazo, amiga mia

            responde aquí


- Diana Bellessi, Eroica

Imagen, Steven Meisel 

  Yamamoto Masao
"Me encanta la palabra caliente.
Es casi insoportable -
tan húmeda y hechizante.

Siento la tierra como una enfermera,
curarme de invierno.
Siento la tierra,
sus gusanos lubricados hacia arriba,
las hormigas hacen tictac,
la hoja de roble en descomposición, como las heces
y la avena en aumento como los ángeles.

En un principio,
el verano es una sensación
de la tierra,

o de ti misma."

 Anne Sexton, de  Letters To Dr. Y.

          Natasha King

Sandra Dieckmann

miércoles, 30 de julio de 2014

lecturas al atardecer



"...estamos inmersos en una práctica homogénea (deslizante, eufórica, voluptuosa, unitaria, celebratoria), y esta práctica nos colma: leer-soñar." 

Roland Barthes,  El placer del texto 

Unica Zürn



La posibilidad de amar siempre y con la misma intensidad sólo la tiene el que ama sin esperanza.

***

Él es muy serio. Toma papel y lápiz y le escribe su primera carta de amor.
“Te quiero. Eternamente tuyo, Eckbert”.
A él esta carta le parece larguísima y atrevida. Cuando piensa en todas las cosas indecibles que le gustaría escribirle y que ella tiene que sospechar, si es que también le quiere, ésta es una carta que uno tarda horas en leer.

***

El que tema a la muerte, que no juegue a este juego. El que tema a la vida, que no juegue a este juego. El deseo de morir y la alegría de vivir se entremezclan de un modo horrible a los ojos de los enamorados sin futuro.


Unica Zürn, Primavera sombría.
Dibujo de Unica Zürn, An Ace Shot
               
            "Ah, pero tu ausencia, físicamente  he  sentido el  silencio de  tus manos." 
                Boris Pasternak en una carta a Marina Tsvietáieva, 19 de mayo 1926

            Imagen, Béatrice Lechtanski

dévorez les livres


"…cuando leo esforzándome para gozar y estudiar cada línea y siento que algo se me va (como un objeto de goma lleno de agua con un agujerito invisible), me obligo a aminorar la velocidad de la lectura e infiltro en mí cada palabra. Pero es peor. Aumento entonces, y se produce un entrar de palabras que me causa risa dentro de lo patético y me digo por qué no coloco el libro en un plato y me lo como (dévorez les livres!)

     Alejandra Pizarnik, Diarios

Y se me había olvidado cómo leer música



               Francesca Woodman, 1976

en un día nublado en el mar

 Anna Adén

el mundo se puso verde de nuevo y luego estalló en verano


   
            Sara Robin 

domingo, 27 de julio de 2014

Zachary Schomburg: El Ciclo de Fuego


Hay árboles y están en llamas. Hay colibríes y están en llamas. Hay tumbas y están en el fuego y las cosas que salen de las tumbas están en llamas. La casa donde crecí está en llamas. Hay una catapulta gigante en llamas en el borde de un cráter y el cráter está en llamas. Existe un complejo sistema de túneles profundos bajo la superficie con una sola entrada y una salida y todo el sistema está lleno de fuego. Hay una jaula de madera, estamos atrapados adentro, demasiado grande para ver, y está en llamas . Hay jaguares en el fuego. Lobos. Arañas. Lobo-arañas en el fuego. Si había gente. Si nuestros padres estaban vivos. Si pudiera encontrar a nuestra hija. Fuego en los bordes. Fuego en los lechos de los ríos. Fuego entre los colchones de la cama en la que nacieron. Fuego en el vientre de tu madre. Hay un niño que lleva una camisa de fuego sosteniendo un cordero lechal. Hay una niña con una falda de fuego que pregunta si ella puede viajar en el cordero lechal como un caballo. Allí está encima de mí con muslos de fuego, mientras la niebla se cierne al rojo vivo en su pelo. Soy yo encima de ti con una camisa fuego y luego lanzo la camisa de fuego sobre mi cabeza y la arrojo al igual que una bola de fuego a través de la niebla como una nueva especie de dinosaurio. Hay meteoritos que se desintegran en la atmósfera a unos pocos miles de metros por encima de nosotros y bolas de fuego pequeñas están cayendo a nuestro alrededor, todo lo que nos rodea, formando una especie de lago de fuego que luego forma una especie de nube de fuego. Es esta sensación que tengo cuando estoy contigo. Es nuestra casa ardiendo como una estrella en la colina. Es nuestra sombra parpadeante en la oscuridad. Es mi mano en el fuego en tu mano de fuego, mi cuerpo en el fuego por encima de tu cuerpo en llamas. Nuestras lenguas de madera de fresno. Somos rocas en un planeta inhabitable privado y distante. Tenemos toda la vida por delante”.


Zachary Schomburg, The Fire Cycle, Scary, No Scary (Black Ocean, 2009)
Dibujo de Ben Estes

     Mieke V. Willems 

Olga Orozco: Canto a Berenice

No invento para ti un miserable paraíso de momias de ratones,
tan ajeno a tus huesos como el fósil del último invierno en el desván;
ni absurdas metamorfosis, ni vanos espejos de leyendas doradas.
Sé que preferirías ser tú misma,
esa protagonista de menudos sucesos archivados en dos o tres memorias
y en los anales azarosos del viento.
Pero tampoco puedo abandonarte a un mutilado calco de este mundo
donde estés esperándome, esperando,
junto a tus indefensas y ya sobrenaturales pertenencias
-un cuenco, un almohadón, una cesta y un plato-,
igual que una inmigrante que transporta en un fardo el fantasmal resumen del pasado.
Y qué cárcel tan pobre elegirías
si te quedaras ciega, plegada entre los bordes mezquinos de este libro
como una humilde flor, como un pálido signo que perdió su sentido.
¿No hay otro cielo allá para buscarte?
¿No hay acaso un lugar, una mágica estampa iluminada,
en esas fundaciones de papel transparente que erigieron los grandes,
ellos, los señores de la mirada larga y al trasluz,
Kipling, Mallarmé, Carroll, Eliot o Baudelaire,
para alojar a otras indescifrables criaturas como tú,
como tú prisioneras en el lazo de oscuros jeroglíficos que las ciñe a tu especie?
¿No hay una dulce abuela con manos de alhucema y mejillas de miel
bordando relicarios con aquellos escasos momentos de dicha que tuvimos,
arrancando malezas de un jardín donde se multiplica el desarraigo,
revolviendo en la olla donde vuelven a unirse las sustancias de la separación?
Te remito a ese amparo.
Pero reclamo para ti una silla en la feria de las tentaciones;
ningún trono de honor,
sino una simple silla a la intemperie para poder saltar hacia el amor:
esa gran aventura que hace rodar sus dados como abismos errantes.
El paraíso incierto y sin vivir.

Olga Orozco, Los Cantos a Berenice, Canto a Berenice XVI
            
              Clemens Fantur

sábado, 26 de julio de 2014

Mares Árticos



Los mares árticos
        Colgados del ocaso

Entre las nubes se quema un pájaro

Día a día
    Las plumas iban cayendo
Sobre las tejas de todos los tejados

Quien ha desenrollado el arco-iris

           Ya no hay descanso

        Blando de alas
                Era mi lecho

Sobre los mares árticos
Busco la alondra que voló de mi pecho

                             
 Vicente Huidobro, De Poemas árticos,1918
       
            Kamila Kulik
"A veces siento que mi sangre, 
en torrentes huye de mí,
en sollozos como una fuente. 
Bueno, quiero decir oigo  perfectamente su lamento penoso, 
pero en vano me palpo para encontrar la herida."  

Charles Baudelaire, La Fontaine de Sang 

Elif Araf Yalim

Lo que está creciendo alrededor de mí


               Sabine Timm

La mirada de Ulises


Hay viajes que se suman al antiguo color de las pupilas.
Después de ver la isla de Calipso ¿es que acaso Odiseo
volvió a mirar igual? ¿No se fijó un color como
como un extraño cúmulo de algas
en sus pupilas viejas? lo mismo que en los pliegues
mínimos de la piel.
se fosilizan besos y desdenes, así los ojos filtran
esa franja turquesa del mar que acuna islas,
medusas de amatista, blancura de navíos.
La piel es vertedero de memoria
lo mismo que el poema. Pero acaso unos ojos
extrañamente verdes de repente dibujen

empapados de luz
un boscoso archipiélago perdido.

Aurora Luque

                
               “Cuántas veces la vida habrá recomenzado” 
   
               Vicente Huidobro, Ecuatorial

viernes, 25 de julio de 2014


"Por la noche, pienso en mi piano en su tumba en el mar. Y algunas veces en mí misma flotando por encima de él. Allá abajo todo es tan tranquilo y silencioso que me calma para dormir. Se trata de una extraña canción de cuna, y por lo que es, es la mía" 

“El Piano”, Jane Campion, 1993

Mensaje desde el mar


Christian Schloe

martes, 22 de julio de 2014

Sylvia Plath, sus dibujos


"Traje, de mi paseo de ayer, un cardo morado y un tallo de diente de león conmigo, y los he dibujado los dos en grande y con  amoroso detalle; también hice bastante mal un dibujo de una tetera y algunas castañas, pero mejorará con la práctica; dibujar me da una sensación tal de paz; más que la oración, los paseos, más que cualquier otra cosa. Puedo cerrarme en mi misma por completo en la línea, perderme en ella."

"He descubierto mi más profunda fuente de inspiración, que es el arte: el arte de los primitivos como Henri Rousseau, Gauguin, Paul Klee, y De Chirico. He sacado montones de maravillosos libros de la Biblioteca de Arte (sugeridas por este Curso Arte Moderno en el que estoy como oyente cada semana) y estoy rebosante de ideas e inspiraciones, es como haber estado reprimiendo un géiser por un año."


Cartas de Sylvia a Hughes, en 1956, con veinticuatro años de edad. Plath traza su deseo y atracción por el dibujo y su fascinada inmersión inicial en el arte.