viernes, 26 de octubre de 2018


"Estoy enraizada en medio de la tierra, mi cuerpo es un tallo"

"Mis raices están enlazadas, como las fibras a un macetero, alrededor del mundo"

- Virginia Woolf, Las olas



                          Sara Robin

"Los ojos de los pájaros brillan en los claros del follage.
Las ramas están cubiertas de un vello áspero y corto.
La oruga se enrosca en un anillo verde.
Sostengo una rama en mi mano. Yo soy la rama. 

Mis raices descienden a las profundidades del mundo..."
 

- Virginia Woolf, Las olas


              
                        Sara Robin


"El sol aún no se había alzado. La luz del amanecer empieza a iluminar las olas, los árboles, una casa, y la persiana de una ventana. Un pájaro canta y después otro. Las olas se amontonan, formando un velo de agua blanca sobre la arena."

               Virginia Woolf, Las olas

jueves, 25 de octubre de 2018

miércoles, 24 de octubre de 2018



 
             Virginia Woolf y Vanessa Bell,  St. Ives, 1892


Georg Bocskay & Joris Hoefnagel, Níspero, Amapola anémona y pera, (del Libro modelo de la caligrafía) 1591 - 1596, (acuarela, pintura dorada y plateada, y tinta en pergamino)




Georg Bocskay & Joris Hoefnagel, Tipula y hormigas, del Libro modelo de la caligrafía 1591 - 1596, (acuarela, pintura dorada y plateada, y tinta en pergamino)




Georg Bocskay & Joris Hoefnagel, Mariposa, manzana, ratón y Nomeolvides, (del Libro modelo de la caligrafía) 1591 - 1596, dibujo, acuarela, pintura dorada y plateada, y tinta en pergamino.



El calígrafo nacido en Croacia Georg Bocskay, y el artista flamenco Joris Hoefnagel, compusieron un mix, mezclando la caligrafía con preciosas ilustraciones de botánica, entre los años 1550 y 1600.


En el siglo XVI, cuando la impresión se convirtió en el método más común para producir libros, los intelectuales valoraban cada vez más la inventiva de los escribas y las cualidades estéticas de la escritura. De 1561 a 1562, Georg Bocskay, el secretario de la corte nacido en Croacia del Sacro Emperador Romano Ferdinand I, creó este Libro de Caligrafía Modelo en Viena para demostrar su dominio técnico de la inmensa variedad de estilos de escritura conocidos por él.

Aproximadamente treinta años después, el emperador Rodolfo II, el nieto de Fernando, le encargó a Joris Hoefnagel que iluminara el libro modelo de Bocskay. Hoefnagel agregó frutas, flores e insectos a casi todas las páginas, y las compuso para mejorar la unidad y el equilibrio del diseño de la página. Fue una de las colaboraciones más inusuales entre el escriba y el pintor en la historia de la iluminación manuscrita.

Debido al interés de Hoefnagel por pintar objetos de la naturaleza, sus imágenes detalladas complementan el célebre Kunstkammer de Rodolfo II, un gabinete de curiosidades que contenía huesos, conchas, fósiles y otros especímenes naturales. Las cuidadosas imágenes de la naturaleza de Hoefnagel también influyeron en el desarrollo de la pintura de bodegones de los Países Bajos.

Además de sus iluminaciones de frutas y flores, Hoefnagel agregó al Libro de Modelos una sección sobre la construcción de las letras del alfabeto en mayúsculas y minúsculas.

domingo, 21 de octubre de 2018

Nina Simone - La Gran Sacerdotisa del Alma



Potente; su voz, su nombre, su rostro, su vida. Enérgica; de principio a fin, como si cada acto suyo hubiese definido cien actos más. Rebelde; siempre lo fue la gran Nina Simone. Supo ser fiel intérprete de su pueblo, oprimido y marginado.

Nina Simone quiso hacer frente a los estereotipos que marcaban el jazz durante la década de los 50 y 60 donde reflejaría tanto su personalidad como su estilo. "Jazz es una palabra blanca para una música negra" fue el concepto que acuñó la diva del jazz.

Nina Simone reflejó en la época de máxima actividad una gran versatilidad por todo tipo de ritmos, fusiones y libertad creativa. Ella paseaba con igual ingenio por estilos como el jazz, el soul, el blues, el gospel y hasta el pop. Su interpretación trascendía los niveles técnicos y generaba grandes emociones clasificándose principalmente bajo el género del soul en su faceta creativa mejor desarrollada. De algún modo, fue conocida como la mayor impulsora del soul femenino. Nina también destacó por sus actos sociales en los que luchó por los derechos civiles en Estados Unidos. Cuando Martin Luther King murió ella cantó: “¿Qué va a suceder ahora que el rey del amor ha muerto?”

Se afirma de ella que era una rebelde y una persona con un temperamento bastante indomable, lo que hacía que sus reacciones en las actuaciones fueran imprevisibles. Si estaba de buenas y conectaba con el público el espectáculo era una delicia, pero podía negarse a actuar o que la noche transcurriera con un "mal rollo". En esto coincide con otros cantantes famosos como, por ejemplo, el irlandés Van Morrison.

Su verdadero nombre era Eunice Kathleen Waymon. Nació el 21 de febrero de 1933 en Tryon, Carolina del Norte, una población segregacionista. Fue la sexta de ocho hermanos dentro de la familia de un obrero manual y una sirvienta doméstica, descendiente principalmente de esclavos africanos, aunque entre sus ancestros también hubo sangre irlandesa e india.

Su padre, John Divine Waymon, se dedicó durante un tiempo al mundo del espectáculo: cantaba, bailaba y tocaba la harmónica, aunque cuando su familia empezó a ser numerosa, trabajó en una tintorería y como barbero para salir adelante. La madre, Mary Kate, tocó el piano para él en alguna ocasión, aunque luego se hizo ministra de la Iglesia metodista y rechazó todo lo que no fueran espirituales religiosos.
Simone creció rodeada de música. En su hogar, todos los hermanos cantaban y tocaban algún instrumento, sin tomar clases ni tener siquiera conciencia de haber aprendido.

Cuenta en su autobiografía que su primer recuerdo de la infancia es su madre cantando gospel, y que empezó a tocar el órgano que había en la casa tan pronto como creció lo suficiente como para sentarse en el banco y llegar al teclado. Nadie se dio cuenta hasta que un día su madre la vio tocando una de sus canciones favoritas: aún no había cumplido tres años.

Niña prodigio, a los diez ofrecía su primer concierto de piano, en la biblioteca de la ciudad. Allí conoció los primeros aplausos y su primer choque con el racismo: durante el concierto quitaron a sus padres de la primera fila del local para acomodar a un grupo de blancos. Este episodio fue la primera de una cadena de experiencias traumáticas para ella y el origen de su compromiso con la lucha por la libertad y por las reivindicaciones de los negros en Estados Unidos.

Se la puede definir como la gran dama rebelde del Jazz & Blues, una disidente norteamericana, que debido al color de su piel parece que se le impidió ingresar en el Curtis Institute de Filadelfia para hacer una carrera de concertista de piano. No obstante, en la más liberal y abierta New York, logró estudiar en el Julliard School, otra prestigiosa institución de enseñanza musical.

A pesar de que tenía una formación pianística clásica, para mantener a su familia tuvo que empezar a trabajar en 1954 en un club de Atlantic City como cantante. Fue entonces cuando cambió su nombre por el de Nina (tomado del castellano para definirse como la pequeña) Simone (de la actriz francesa Simone Signoret)

En 1959 grabó sus primeros discos para el sello Bethlehem. En ellos dio muestras notables de su talento como pianista, cantante, adaptadora y compositora. Desde estos primeros registros, su repertorio se llenó de jazz, gospel, blues, soul, música clásica y canciones populares de origen diverso, en una amalgama totalmente personal, cálida y de enorme expresividad.

Nina logra la complicidad del oyente con un empleo intencionado de los silencios y minimizando el acompañamiento. Su voz a veces sólo susurra, pero luego grita o gime, transmitiendo todas las sensaciones que el alma humana es capaz de experimentar.

También sorprende cuando canta acompañada únicamente de su piano, como en el álbum Nina Simone and piano, una colección introspectiva de canciones sobre la muerte, la soledad y el amor, que sigue siendo un resplandor en su carrera discográfica. Su forma de tocar el piano es decisiva en muchas de sus interpretaciones, pero especialmente en la conocida "My Baby Just Cares For Me". La influencia de Duke Ellington es patente en toda la obra de Nina, pero muy especialmente en este tipo de composiciones rebosantes de improvisación y de cercanía espiritual.

No le gustaba que la encasillaran como una cantante de jazz, porque decía que es el destino natural que los blancos reservan a los músicos negros. Por eso ha cantado versiones propias de canciones de muy variado origen, como alguna de Kurt Weill y Bertold Brecht, "Ne Me Quitte Pas" de Jacques Brel en francés, "Suzanne" de Leonard Cohen, cuatro de Bob Dylan, "Here Comes The Sun de los Beatles", "My Sweet Lord" de George Harrison, contribuyó con Pete Townsend en el musical "Iron Man", en 1990 grabó con Maria Bethania, en 1991 con Miriam Makeba.

Las mejores canciones de Nina Simone se realizaron durante la década de los 60. También se destacan asuntos duros como las canciones de política con una expresión vocal temperamental y elegante y las baladas francesas llenas de ritmos románticos y cautivadores repletas de sentimientos.

Dejó cerca de 70 álbumes y una carrera profesional que duró 46 años con importantes marcas en el género musical el cual reinventó y afianzó con gran esfuerzo. Su tono intenso y pasional podía tornarse en un huracán de emociones que bailaban en torno a estados como el agresivo, el triste, el sofisticado o el melancólico. Las habilidades musicales de Nina exhiben un gran eclecticismo, una gran facilidad para adaptarse a nuevos estilos. Este ha sido el motivo por el que críticos especializados en la música la han seleccionado como una de las mayores intérpretes de la música jazz de todos los tiempos.

Pero también puso su voz  sobre todo por una causa: la lucha contra el racismo

Nina jamás buscó la fama ni el dinero, sino poner su enorme talento musical al servicio del pueblo oprimido norteamericano. Tras los asesinatos de Medgar Evers en Mississippi (junio de 1963) y cuatro niños negros al ser bombardeada su escuela en Birmingham, Alabama (septiembre del mismo año), compuso "Mississippi Goddamn", su primera canción de protesta, una acusación amarga y furiosa de la opresiva situación de los afro americanos en Estados Unidos.

Temas compuestos por ella en 1966, como "Four women", se convirtieron en emblemas de las luchas de los años 60 en Estados Unidos. La interpretación de esta canción fue prohibida en Filadelfia y en las emisoras de radio de Nueva York por injuriosa. Sin embargo, se trata de una balada emocionante y llena de sensibilidad.

Otra canción de protesta de aquellos años es "Backlash Blues", basada en un poema escrito para ella por Langston Hughes.

Militante del movimiento Panteras Negras, otro impresionante tema suyo, "Young, gifted and black", inspirado por Lorena Hansberry, se convirtió en el himno afro americano. Fue también estrecha colaboradora de James Baldwin, Sammy Davis Jr. y Harry Belafonte.

Harta del racismo y del estercolero del mundillo musical americano, Nina renunció a su país en 1969, tras el asesinato de Martín Luter King. Se convirtió en una trotamundos. En 1974 se fue a Barbados y durante los años siguientes vivió en Liberia, Suiza, París, Holanda y finalmente en el sur de Francia.

En 1978 fue detenida a causa de su boicot al pago de impuestos para financiar la guerra de Vietnam.

Nina Simone falleció el 21 de abril del 2003, a sus 70 años, en su casa de Carry-le-Rouet, en el sur de Francia. Se anunció que su muerte fue por causas naturales y que llevaba tiempo sufriendo dolencias físicas. Como ella lo había deseado, sus cenizas fueron esparcidas por varios países de África. "La esclavitud todavía no ha sido abolida de la mente de los estadounidenses", declaró poco antes de morir Nina Simone,


Aquéllos himnos conmovedores y agresivos en pro de los derechos civiles; las primeras piezas que suenan son algunas de las más destacadas que la diva dedicó a la lucha por los derechos civiles y a la denuncia de las intolerables injusticias sufridas por la raza negra a lo largo de la historia -y en demasiadas ocasiones también del desgraciado presente- en los Estados Unidos. 

Entre canción y canción, aparecen las palabras de la propia Nina Simone, entresacadas de una interesante biografía que con el título de La vida a muerte de Nina Simone publiccada por Global Rhythm en 2011. El libro, escrito por el periodista francés David Brun-Lambert, recorre la complicada existencia de la cantante, desde su infancia norteamericana a sus últimos días en Francia, y repasa los principales acontecimientos de su vida y su obra. 

Hace 53 años, tras el primer album de Nina, Little girl blue, el poeta y activista negro Langston Hughes escribió que "ella era extraña, como las obras de Jean Genet o Bertold Brecht, no tenían nada que ver con lo normal. Sus canciones eran como huevos crudos"

Es uno de los momentos cruciales de la vida de Nina Simone y el que ha impulsado una nueva biografía sobre la "princesa del soul". Está escrita por otra mujer, Nadine Cohodas, gran especialista de Dinah Washington, otra epopeya de la música negra. 

Me gusta el título para Nina: “Princess Noire”, en francés. A veces decía en la intimidad que jamás había conocido bien su sexualidad. “He amado a todo el mundo”. Una vez despejó las dudas de por qué se había cambiado el nombre. Le gustaba la palabra “niña”, en spanish, como la llamaban en algunos tugurios más allá de Harlem, en sus inicios. Simone fue por Simone Signoret (ahí empezó su amor francés), a la que había visto en la película Casque d'or. 

Quizá su sueño más hermoso siempre estaba destinado a un piano. Sólo tenía ocho años cuando recibió sus primeras lecciones en el Instituto Curtis de Filadelfia. Pero por ser negra, simplemente, le dijeron que se fuera, que no podía tocar. Con sólo 15 años empezó a tocar en bares, tan sólo para poder pagar sus clases de piano. Su madre no lo supo nunca.

El mismo año que se casaba con el beatnik Don Ross, grababa I loves you, Porgy de Gershwin, más o menos como se lo había oído a Billie Holliday, a la que tenía aprendida de memoria. Fue un éxito en un pequeño sello discográfico y fue el final de su matrimonio. No "estaba interesada en los hombres"

Por necesidades económicas puntuales, Simone vendió pronto por tan sólo 3.000 dólares los derechos de sus dos primeros álbumes, incluyendo My baby just care for me, que se convirtió, casi 30 años después, en un éxito enorme. Ha debido de perder más de dos millones de dólares.

En 1965, Nina se enfadó muchísimo porque The Animals lograran un numero uno con una versión de Don't let me be misunderstood. No le gustaba que la “hubieran robado”. No le gustaba la versión.

Se politizó aún más. Escribió canciones activistas y emocionantes como Four women y la excepcional To be young, gifted and black. Algunas de ellas eran restos de poemas de su compañera Lorraine Hansberry, que había muerto en el año 65, con sólo 34 años. Nina la llamó “el gran amor de su vida”. Fue en aquella época cuando empezó a vestir con dashikis africanos. Era la época de mi álbum favorito de Nina, High priestess of soul, con la corona de Nefertiti en la portada y con el gospel maravilloso Take me to the water entre los surcos. Era su época de la RCA.


"Todos estos años he recibido muy poco amor....Me obsesiona, sobre todo por las noches, cuando estoy sola..." (Nina Simone. "I Put a Spell on You. Autobiografía")

"La excelencia de cada arte es su intensidad"

- John Keats

sábado, 20 de octubre de 2018




               Toni Morrison en el trabajo en la Universidad de Yale. foto Jill Krementz


"Hay un cierto tipo de paz que no es simplemente la ausencia de guerra. Es más grande que eso. La paz en la que estoy pensando no está a merced del gobierno de la historia, ni es una rendición pasiva al status quo. La paz en la que estoy pensando es el baile de una mente abierta cuando se involucra con otra igualmente abierta, una actividad que ocurre de manera más natural, más a menudo en el mundo de lectura / escritura en el que vivimos"

"Lo que me interesa es escribir sin la mirada, sin la mirada blanca..."En tantos libros anteriores de escritores afroamericanos, particularmente por los hombres, sentí que no me escribían"

"Junto con la idea del amor romántico, se introdujo a otro: la belleza física. Probablemente la idea más destructiva de la historia del pensamiento humano"

- Toni Morrison, El Ojo más azul



                 Simone de Beauvoir (1908 –1986)



Gwendolyn Brooks (1917 - 2000) y su máquina de escribir Underwood 6. Fue la primera persona negra (el término que prefería a afroamericana) en ganar un premio Pulitzer cuando recibió el Premio Pulitzer de Poesía en 1950




                Alice Walker en su escritorio





       Amy Hempel, Nueva York, 18 de enero de 2008. Foto de Jill Krementz



          Gertrude Stein

Carson McCullers





   
"Todo lo que podemos hacer es ir diciendo la verdad"
 
   Carson McCullers, El corazón es un cazador solitario



Lorraine Hansberry (1930 - 1965) dramaturga y escritora estadounidense. Ella inspiró la canción de Nina Simone "To Be Young, Gifted and Black" y fue la primera mujer negra en escribir una obra de teatro en Broadway



                  Karen Blixen (1885-1965)




Chantal Akerman delante del cartel de su película Jeanne Dielman 23 Commerce Quay 1080, Bruxelles

"Si una persona trata la vida artísticamente, su cerebro es su corazón"

- Oscar Wilde



            Ingeborg Bachmann





                 Emma Goldman


"La sociedad considera la experiencia sexual de un hombre como un atributo del desarrollo de su personalidad, mientras que la experiencia similar en la vida de una mujer es considerada como una terrible calamidad, la pérdida del honor y de todo lo que se considera como noble y bueno en el ser humano. Esta doble moralidad ha jugado un gran papel en la creación y perpetuación de la prostitución"

"La institución del matrimonio convierte a la mujer en parásita y absolutamente dependiente; la incapacita para la lucha de la vida, aniquilando su conciencia social, paralizando su imaginación, para después imponer su cortés protección, la cual es en realidad una trampa, una parodia del carácter humano"


jueves, 18 de octubre de 2018



   
            Louise Erdrich


"Cuando somos jóvenes, las palabras se dispersan a nuestro alrededor. A medida que se van ensamblando con la experiencia, también nosotros lo hacemos, frase a frase, hasta que la historia va tomando cuerpo"


"Sí, las lágrimas pueden ser pensamientos"


"Había comprendido que salirse de una guerra era, al igual que en un matrimonio, mucho más difícil que entrar en ella"


"El tiempo era la variable. Salir volando había sucedido en un instante; recomponer los pedazos te llevaba el resto de la vida"


"Una de cada tres mujeres indígenas será violada a lo largo de su vida"


"El 86% de las violaciones y agresiones sexuales contra mujeres indígenas son cometidas por hombres no indígenas; muy pocos responden ante la ley"


"Pasamos de largo con una tristeza arrolladora que perduraría en nuestra corta vida para siempre. Seguimos adelante"


"Convertir su corazón en un lugar acogedor suponía un trabajo mentalmente escurridizo. A veces implicaba hacer limpieza, reorganizar las cosas"


"(...) Me recordaba todos los días lo que ocurre cuando uno deja que un presente insatisfactorio se alargue mucho tiempo: acaba convirtiéndose en toda su historia"


"La tristeza se come el tiempo. Ten paciencia. El tiempo se come la tristeza"

Internado para Indios: Los fugitivos - Louise Erdrich




El hogar es el lugar al que nos dirigimos en nuestro sueño.  
Los furgones que se bambolean hacia el norte en los sueños
no nos esperan. Nos subimos en marcha. 
Las vías, viejas laceraciones que amamos,  
atraviesan la cara, paralelas y terminan  
justo debajo de las Montañas Tortuga. Si uno va montado en cicatrices,
no se pierde. El hogar es el lugar donde cruzan.

El guardia cojo enciende un fósforo y hace menos tolerante  
la oscuridad. Miramos a través de las rendijas de las tablas  
mientras la tierra comienza a rodar, a rodar hasta que duele  
estar aquí, con frío, en ropa reglamentaria.

Sabemos que el sheriff nos espera a mitad de camino
para llevarnos de vuelta. Su coche es cálido y mudo.
La carretera no nos hamaca, solo zumba
como un ala de largos insultos. Las marcas desgastadas  
de antiguos castigos conducen de ida y vuelta.

Todos los fugitivos llevan vestidos, vestidos largos y verdes,
del color que uno creería que tiene la vergüenza. Limpiamos  
las aceras porque es un trabajo vergonzoso.
  
Nuestros cepillos cortan la piedra en arcos húmedos  
y en lo empapado, tiemblan los trazos frágiles, por
un momento, cosas que los niños presionamos en la oscuridad  
contra la cara antes de que se endureciera, palideciera, recordando
delicadas lesiones antiguas, las espinas de los nombres y las hojas.

- Louise Erdrich, Indian Boarding School: The Runaways

viernes, 12 de octubre de 2018

DÍA DE LA HISPANIDAD: NADA QUE FESTEJAR



12 de octubre: nada que festejar

Por: Eduardo Galeano

El Descubrimiento: el 12 de octubre de 1492, América descubrió el capitalismo. Cristóbal Colón, financiado por los reyes de España y los banqueros de Génova, trajo la novedad a las islas del mar Caribe. En su diario del Descubrimiento, el almirante escribió 139 veces la palabra oro y 51 veces la palabra Dios o Nuestro Señor. Él no podía cansar los ojos de ver tanta lindeza en aquellas playas, y el 27 de noviembre profetizó: Tendrá toda la cristiandad negocio en ellas. Y en eso no se equivocó. Colón creyó que Haití era Japón y que Cuba era China, y creyó que los habitantes de China y Japón eran indios de la India; pero en eso no se equivocó.

 Al cabo de cinco siglos de negocio de toda la cristiandad, ha sido aniquilada una tercera parte de las selvas americanas, está yerma mucha tierra que fue fértil y más de la mitad de la población come salteado. Los indios, víctimas del más gigantesco despojo de la historia universal, siguen sufriendo la usurpación de los últimos restos de sus tierras, y siguen condenados a la negación de su identidad diferente. Se les sigue prohibiendo vivir a su modo y manera, se les sigue negando el derecho de ser. Al principio, el saqueo y el otrocidio fueron ejecutados en nombre del Dios de los cielos. Ahora se cumplen en nombre del dios del Progreso.

Sin embargo, en esa identidad prohibida y despreciada fulguran todavía algunas claves de otra América posible. América, ciega de racismo, no las ve.

El 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón escribió en su diario que él quería llevarse algunos indios a España para que aprendan a hablar ("que deprendan fablar"). Cinco siglos después, el 12 de octubre de 1989, en una corte de justicia de los Estados Unidos, un indio mixteco fue considerado retardado mental ("mentally retarded") porque no hablaba correctamente la lengua castellana. Ladislao Pastrana, mexicano de Oaxaca, bracero ilegal en los campos de California, iba a ser encerrado de por vida en un asilo público. Pastrana no se entendía con la intérprete española y el psicólogo diagnosticó un claro déficit intelectual. Finalmente, los antropólogos aclararon la situación: Pastrana se expresaba perfectamente en su lengua, la lengua mixteca, que hablan los indios herederos de una alta cultura que tiene más de dos mil años de antigüedad.

El Paraguay habla guaraní. Un caso único en la historia universal: la lengua de los indios, lengua de los vencidos, es el idioma nacional unánime. Y sin embargo, la mayoría de los paraguayos opina, según las encuestas, que quienes no entienden español son como animales.

De cada dos peruanos, uno es indio, y la Constitución de Perú dice que el quechua es un idioma tan oficial como el español. La Constitución lo dice, pero la realidad no lo oye. El Perú trata a los indios como África del Sur trata a los negros. El español es el único idioma que se enseña en las escuelas y el único que entienden los jueces y los policías y los funcionarios. (El español no es el único idioma de la televisión, porque la televisión también habla inglés.) Hace cinco años, los funcionarios del Registro Civil de las Personas, en la ciudad de Buenos Aires, se negaron a inscribir ek nacimiento de un niño. Los padres, indígenas de la provincia de Jujuy, querían que su hijo se llamara Qori Wamancha, un nombre de su lengua. El Registro argentino no lo aceptó por ser nombre extranjero.
Los indios de las Américas viven exiliados en su propia tierra. El lenguaje no es una señal de identidad, sino una marca de maldición. No los distingue: los delata. Cuando un indio renuncia a su lengua, empieza a civilizarse. ¿Empieza a civilizarse o empieza a suicidarse?

Cuando yo era niño, en las escuelas del Uruguay nos enseñaban que el país se había salvado del problema indígena gracias a los generales que en el siglo pasado exterminaron a los últimos charrúas.

El problema indígena: los primeros americanos, los verdaderos descubridores de América, son un problema. Y para que el problema deje de ser un problema, es preciso que los indios dejen de ser indios. Borrarlos del mapa o borrarles el alma, aniquilarlos o asimilarlos: el genocidio o el otrocidio.
En diciembre de 1976, el ministro del Interior del Brasil anunció, triunfal, que el problema indígena quedará completamente resuelto al final del siglo veinte: todos los indios estarán, para entonces, debidamente integrados a la sociedad brasileña, y ya no serán indios. El ministro explicó que el organismo oficialmente destinado a su protección (FUNAI, Fundacao Nacional do Indio) se encargará de civilizarlos, o sea: se encargará de desaparecerlos. Las balas, la dinamita, las ofrendas de comida envenenada, la contaminación de los ríos, la devastación de los bosques y la difusión de virus y bacterias desconocidos por los indios, han acompañado la invasión de la Amazonia por las empresas ansiosas de minerales y madera y todo lo demás. Pero la larga y feroz embestida no ha bastado. La domesticación de los indios sobrevivientes, que los rescata de la barbarie, es también un arma imprescindible para despejar de obstáculos el camino de la conquista.

Matar al indio y salvar al hombre, aconsejaba el piadoso coronel norteamericano Henry Pratt. Y muchos años después, el novelista peruano Mario Vargas Llosa explica que no hay más remedio que modernizar a los indios, aunque haya que sacrificar sus culturas, para salvarlos del hambre y la miseria.

La salvación condena a los indios a trabajar de sol a sol en minas y plantaciones, a cambio de jornales que no alcanzan para comprar una lata de comida para perros. Salvar a los indios también consiste en romper sus refugiso comunitarios y arrojarlos a las canteras de mano de obra barata en la violenta intemperie de las ciudades, donde cambian de lengua y de nombre y de vestido y terminan siendo mendigos y borrachos y putas de burdel. O salvar a los indios consiste en ponerles uniforme y mandarlos, fusil al hombro, a matar a otros indios o a morir defendiendo al sistema que los niega. Al fin y al cabo, los indios son buena carne de cañón: de los 25 mil indios norteamericanos enviados a la segunda guerra mundial, murieron 10 mil.

 El 16 de diciembre de 1492, Colón lo había anunciado en su diario: los indios sirven para les mandar y les hacer trabajar, sembrar y hacer todo lo que fuere menester y que hagan villas y se enseñen a andar vestidos y a nuestras costumbres. Secuestro de los brazos, robo del alma: para nombrar esta operación, en toda América se usa, desde los tiempos coloniales, el verbo reducir. El indio salvado es el indio reducido. Se reduce hasta desaparecer: vaciado de sí, es un no-indio, y es nadie.

 El shamán de los indios chamacocos, de Paraguay, canta a las estrellas, a las arañas y a la loca Totila, que deambula por los bosques y llora. Y canta lo que le cuenta el martín pescador:

-No sufras hambre, no sufras sed. Súbete a mis alas y comeremos peces del río y beberemos el viento.

 Y canta lo que le cuenta la neblina:

-Vengo a cortar la helada, para que tu pueblo no sufra frío.

 Y canta lo que le cuentan los caballos del cielo:

-Ensíllanos y vamos en busca de la lluvia.
 
Pero los misioneros de una secta evangélica han obligado al chamán a dejar sus plumas y sus sonajas y sus cánticos, por ser cosas del Diablo; y él ya no puede curar las mordeduras de víboras, ni traer la lluvia en tiempos de sequía, ni volar sobre la tierra para cantar lo que ve. En una entrevista con Ticio Escobar, el shamán dice: Dejo de cantar y me enfermo. Mis sueños no saben adónde ir y me atormentan. Estoy viejo, estoy lastimado. Al final, ¿de qué me sirve renegar de lo mío?
                                                                                                      
El shamán lo dice en 1986. En 1614, el arzobispo de Lima había mandado quemar todas las quenas y demas instrumentos de música de los indios, y había prohibido todas sus danzas y cantos y ceremonias para que el demonio no pueda continuar ejerciendo sus engaños. Y en 1625, el oidor de la Real Audiencia de Guatemala había prohibido las danzas y cantos y ceremonias de los indios, bajo pena de cien azotes, porque en ellas tienen pacto con los demonios.

Para despojar a los indios de su libertad y de sus bienes, se despoja a los indios de sus símbolos de identidad. Se les prohíbe cantar y danzar y soñar a sus dioses, aunque ellos habían sido por sus dioses cantados y danzados y soñados en el lejano día de la Creación. Desde los frailes y funcionarios del reino colonial, hasta los misioneros de las sectas norteamericanas que hoy proliferan en América Latina, se crucifica a los indios en nombre de Cristo: para salvarlos del infierno, hay que evangelizar a los paganos idólatras. Se usa al Dios de los cristianos como coartada para el saqueo.

 El arzobispo Desmond Tutu se refiere al África, pero también vale para América:

-Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron: "Cierren los ojos y recen". Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia.

Los doctores del Estado moderno, en cambio, prefieren la coartada de la ilustración: para salvarlos de las tinieblas, hay que civilizar a los bárbaros ignorantes. Antes y ahora, el racismo convierte al despojo colonial en un acto de justicia. El colonizado es un sub-hombre, capaz de superstición pero incapaz de religión, capaz de folclore pero incapaz de cultura: el sub-hombre merece trato subhumano, y su escaso valor corresponde al bajo precio de los frutos de su trabajo. El racismo legitima la rapiña colonial y neocolonial, todo a lo largo de los siglos y de los diversos niveles de sus humillaciones sucesivas.

América Latina trata a sus indios como las grandes potencias tratan a América Latina.

Gabriel René-Moreno fue el más prestigioso historiador boliviano del siglo pasado. Una de las universidades de Bolivia lleva su nombre en nuestros días. Este prócer de la cultura nacional creía que los indios son asnos, que generan mulos cuando se cruzan con la raza blanca. Él había pesado el cerebro indígena y el cerebro mestizo, que según su balanza pesaban entre cinco, siete y diez onzas menos que el cerebro de raza blanca, y por tanto los consideraba celularmente incapaces de concebir la libertad republicana.

 El peruano Ricardo Palma, contemporáneo y colega de Gabriel René-Moreno, escribió que los indios son una raza abyecta y degenerada. Y el argentino Domingo Faustino Sarmiento elogiaba así la larga lucha de kis indios araucanos por su libertad: Son más indómitos, lo que quiere decir: animales más reacios, menos aptos para la Civilización y la asimilación europea.

El más feroz racismo de la historia latinoamericana se encuentra en las palabras de los intelectuales más célebres y celebrados de fines del siglo diecinueve y en los actos de los políticos liberales que fundaron el Estado moderno. A veces, ellos eran indios de origen, como Porfirio Díaz, autor de la modernización capitalista de México, que prohibió a los indios caminar por las calles principales y sentarse en las plazas públicas si no cambiaban los calzones de algodón por el pantalón europeo y los huaraches por zapatos.
Eran los tiempos de la articulación al mercado mundial regido por el Imperio Británico, y el desprecio científico por los indios otorgaba impunidad al robo de sus tierras y de sus brazos.
El mercado exigía café, pongamos el caso, y el café exigía más tierras y más brazos. Entonces, pongamos por caso, el presidente liberal de Guatemala, Justo Rufino Barrios, hombre de progreso, restablecía el trabajo forzado de la época colonial y regalaba a sus amigos tierras de indios y peones indios en cantidad.

El racismo se expresa con más ciega ferocidad en países como Guatemala, donde los indios siguen siendo porfiada mayoría a pesar de las frecuentes oleadas exterminadoras.

En nuestros días, no hay mano de obra peor pagada: los indios mayas reciben 65 centavos de dólar por cortar un quintal de café o de algodón o una tonelada de caña. Los indios no pueden ni plantar maíz sin permiso militar y no pueden moverse sin permiso de trabajo. El ejército organiza el reclutamiento masivo de brazos para las siembras y cosechas de exportación. En las plantaciones, se usan pesticidas cincuenta veces más tóxicos que el máximo tolerable; la leche de las madres es la más contaminada del mundo occidental. Rigoberta Menchú: su hermano menor, Felipe, y su mejor amiga, María, murieron en la infancia, por causa de los pesticidas rociados desde las avionetas. Felipe murió trabajando en el café. María, en el algodón. A machete y bala, el ejército acabó después con todo el resto de la familia de Rigoberta y con todos los demás miembros de su comunidad. Ella sobrevivió para contarlo.
Con alegre impunidad, se reconoce oficialmente que han sido borradas del mapa 440 aldeas indígenas entre 1981 y 1983, a lo largo de una campaña de aniquilación más extensa, que asesinó o desapareció a muchos miles de hombres y de mujeres. La limpieza de la sierra, plan de tierra arrasada, cobró también las vidas de una incontable cantidad de niños. Los militares guatemaltecos tienen la certeza de que el vivio de la rebelión se transmite por los genes.

Una raza inferior, condenada al vicio y a la holgazanería, incapaz de orden y progreso, ¿merece mejor suerte? La violencia institucional, el terrorismo de Estado, se ocupa de despejar las dudas. Los conquistadores ya no usan caparazones de hierro, sino que visten uniformes de la guerra de Vietnam. Y no tienen piel blanca: son mestizos avergonzados de su sangre o indios enrolados a la fuerza y obligados a cometer crímenes que los suicidan. Guatemala desprecia a los indios, Guatemala se autodesprecia.
Esta raza inferior había descubierto la cifra cero, mil años antes de que los matemáticos europeos supieran que existía. Y habían conocido la edad del universo, con asombrosa precisión, mil años antes que los astrónomos de nuestro tiempo.
Los mayas siguen siendo viajeros del tiempo: ¿Qué es un hombre en el camino? Tiempo.
Ellos ignoraban que el tiempo es dinero, como nos reveló Henry Ford. El tiempo, fundador del espacio, les parece sagrado, como sagrados son su hija, la tierra, y su hijo, el ser humano: como la tierra, como la gente, el tiempo no se puede comprar ni vender. La Civilización sigue haciendo lo posible por sacarlos del error.

¿Civilización? La historia cambia según la voz que la cuenta. En América, en Europa o en cualquier otra parte. Lo que para los romanos fue la invasión de los bárbaros, para los alemanes fue la emigración al sur.
No es la voz de los indios la que ha contado, hasta ahora, la historia de América. En las vísperas de la conquista española, un profeta maya, que fue boca de los dioses, había anunciado: Al terminar la codicia, se desatará la cara, se desatarán las manos, se desatarán los pies del mundo. Y cuando se desate la boca, ¿qué dirá? ¿Qué dirá la otra voz, la jamás escuchada? Desde el punto de vista de los vencedores, que hasta ahora ha sido el punto de vista único, las costumbres de los indios han confirmado siempre su posesión demoníaca o su inferioridad biológica. Así fue desde los primeros tiempos de la vida colonial:
¿Se suicidan los indios de las islas del mar Caribe, por negarse al trabajo esclavo? Porque son holgazanes.
¿Andan desnudos, como si todo el cuerpo fuera cara? Porque los salvajes no tienen vergüenza.
¿Ignoran el derecho de propiedad, y comparten todo, y carecen de afán de rqueza? Porque son más parientes del mono que del hombre.

¿Se bañan con sospechosa frecuencia? Porque se parecen a los herejes de la secta de Mahoma, que bien arden en los fuegos de la Inquisición.

 ¿Jamás golpean a los niños, y los dejan andar libres? Porque son incapaces de castigo ni doctrina.

 ¿Creen en los sueños, y obedecen a sus voces? Por influencia de Satán o por pura estupidez.

 ¿Comen cuando tienen hambre, y no cuando es hora de comer? Porque son incapaces de dominar sus instintos.

 ¿Aman cuando sienten deseo? Porque el demonio los induce a repetir el pecado original.

 ¿Es libre la homosexualidad? ¿La virginidad no tiene importancia alguna? Porque viven en la antesala del infierno.

En 1523, el cacique Nicaragua preguntó a los conquistadores:

-Y al rey de ustedes, ¿quién lo eligió?

El cacique había sido elegido por los ancianos de las comunidades. ¿Había sido el rey de Castilla elegido por los ancianos de sus comunidades? La América precolombina era vasta y diversa, y contenía modos de democracia que Europa no supo ver, y que el mundo ignora todavía. Reducir la realidad indígena americana al despotismo de los emperadores incas, o a las prácticas sanguinarias de la dinastía azteca, equivale a reducir la realidad de la Europa renacentista a la tiranía de sus monarcas o a las siniestras ceremonias de la Inquisición.
En la tradición guaraní, por ejemplo, los caciques se eligen en asambleas de hombres y mujeres -y las asambleas los destituyen si no cumplen el mandato colectivo. En la tradición iroquesa, hombres y mujeres gobiernan en pie de igualdad. Los jefes son hombres; pero son las mujeres quienes los ponen y deponen y ellas tienen poder de decisión, desde el Consejo de Matronas, sobre muchos asuntos fundamentales de la confederación entera. Allá por el año 1600, cuando los hombres iroqueses se lanzaron a guerrear por su cuenta, las mujeres hicieron huelga de amores. Y al poco tiempo los hombres, obligados a dormir solos, se sometieron al gobierno compartido.

En 1919, el jefe militar de Panamá en las islas de San Blas, anunció su triunfo:

-Las indias kunas ya no vestirán molas, sino vestidos civilizados.

Y anunció que las indias nunca se pintarían la nariz sino las mejillas, como debe ser, y que nunca más llevarían aros en la nariz, sino en las orejas. Como debe ser.
Setenta años después de aquel canto de gallo, las indias kunas de nuestros días siguen luciendo sus aros de oro en la nariz pintada, y siguen vistiendo sus molas, hechas de muchas telas de colores que se cruzan con siempre asombrosa capacidad de imaginación y de belleza: visten sus molas en la vida y con ella se hunden en la tierra, cuando llega la muerte.
En 1989, en vísperas de la invasión norteamericana, el general Manuel Noriega aseguró que Panamá era un país respetuosos de los derechos humanos:

-No somos una tribu -aseguró el general.

Las técnicas arcaicas, en manos de las comunidades, habían hecho fértiles los desiertos en la cordillera de los Andes. Las tecnologías modernas, en manos del latifundio privado de exportación, están convirtiendo en desiertos las tierras fértiles en los Andes y en todas partes.

Resultaría absurdo retroceder cinco siglos en las técnicas de producción; pero no menos absurdo es ignorar las catástrofes de un sistema que exprime a los hombre y arrasa los bosques y viola la tierra y envenena los ríos para arrancar la mayor ganancia en el plazo menos. ¿No es absurdo sacrificar a la naturaleza y a la gente en los altares del mercado internacional? En ese absurdo vivimos; y lo aceptamos como si fuera nuestro único destino posible.

Las llamadas culturas primitivas resultan todavía peligrosas porque no han perdido el sentido común. Sentido común es también, por extensión natural, sentido comunitarios. Si pertenece a todos el aire, ¿por qué ha de tener dueño la tierra? Si desde la tierra venimos, y hacia la tierra vamos, ¿acaso no nos mata cualquier crimen que contra la tierra se comete? La tierra es cuna y sepultura, madre y compañera. Se le ofrece el primer trago y el primer bocado; se le da descanso, se la protege de la erosión.

Es sistema desprecia lo que ignora, porque ignora lo que teme conocer. El racismo es también una máscara del miedo.

¿Qué sabemos de las culturas indígenas? Lo que nos han contado las películas del Fas West. Y de las culturas africanas, ¿qué sabemos? Lo que nos ha contado el profesor Tarzán, que nunca estuvo. 

Dice un poeta del interior de Bahía: Primero me robaron del África. Después robaron el África de mi.

La memoria de América ha sido mutilada por el racismo. Seguimos actuando como si fuéramos hijos de Europa, y de nadie más.

A fines del siglo pasado, un médico inglés, John Down, identificó el síndrome que hoy lleva su nombre. Él creyó que la alteración de los cromosomas implicaba un regreso a las razas inferiores, que generaba mongolian idiots, negroid idiots y aztec idiots.
Simultáneamente, un médico italiano, Cesare Lombrosos, atribuyó al criminal nato los rasgos físicos de los negros y de los indios.

Por entonces, cobró base científica la sospecha de que los indios y los negros son proclives, por naturaleza, al crimen y a la debilidad mental. Los indios y los negros, tradicionales instrumentos de trabajo, vienen siendo también desde entonces, objetos de ciencia.

En la misma época de Lombroso y Down, un médico brasileño, Raimundo Nina Rodrigues, se puso a estudiar el problema negro. Nina Rodrigues, que era mulato, llegó a la conclusión de que la mezcla de sangres perpetúa los caracteres de las razas inferiores, y que por tanto la raza negra en el Brasil ha de constituir siempre uno de los factores de nuestra inferioridad como pueblo. Este médico psiquiatra fue el primer investigador de la cultura brasileña de origen africano. La estudió como caso clínico: las religiones negras, como patología; los trances, como manifestaciones de histeria.

 Poco después, un médico argentino, el socialista José Ingenieros, escribió que los negros, oprobiosa escoria de la raza humana, están más próximos de los monos antropoides que de los blancos civilizados. Y para demostrar su irremediable inferioridad, Ingenieros comprobaba: Los negros no tienen ideas religiosas.

En realidad, las ideas religiosas habían atravesado la mar, junto a los esclavos, en los navíos negreros. Una prueba de obstinación de la dignidad humana: a las costas americanas solamente llegaron los dioses del amor y de la guerra. En cambio, los dioses de la fecundidad, que hubieran multiplicado las cosechas y los esclavos del amo, se cayeron al agua.

Los dioses peleones y enamorados que completaron la travesía, tuvieron que disfrazarse de santos blancos, para sobrevivir y ayudar a sobrevivir a los millones de hombres y mujeres violentamente arrancados del África y vendidos como cosas. Ogum, dios del hierro, se hizo pasar por san Jorge o san Antonio o san Miguel, Shangó, con todos sus truenos y sus fuegos, se convirtió en santa Bárbara. Obatalá fue Jesucristo y Oshún, la divinidad de las agus dulces, fue la Virgen de la Candelaria...

Dioses prohibidos. En las colonias españolas y portuguesas y en todas ls demás: en las islas inglesas del Caribe, después de la abolición de la esclavitud se siguió prohibiendo tocar tambores o sonar vientos al modo africano, y se siguió penando con cárcel la simple tenencia de una imagen de cualquier dios africano. Dioses prohibidos, porque peligrosamente exaltan las pasiones humanas, y en ellas encarnan. Friedrich Nietzsche dijo una vez:

-Yo sólo podría creer en un dios que sepa danzar.

Como José Ingenieros, Nietzsche no conocía a los dioses africanos. Si los hubiera conocido, quizá hubiera creído en ellos. Y quizá hubiera cambiado algunas de sus ideas. José Ingenieros, quién sabe.

La piel oscura delata incorregibles defectos de fábrica. Así, la tremenda desigualdad social, que es también racial, encuentra su coartada en las taras hereditarias.Lo había observado Humboldt hace doscientos años, y en toda América sigue siendo así: la pirámide de las clases sociales es oscura en la base y clara en la cúspide. En el Brasil, por ejemplo, la democracia raciasl consiste en que los más blancos están arriba y los más negros abajo. James Baldwin, sobre los negros en Estados Unidos:

 -Cuando dejamos Mississipi y vinimos al Norte, no encontramos la libertad.

Encontramos los peores lugares en el mercado de trabajo; y en ellos estamos todavía.

Un indio del Norte argentino, Asunción Ontíveros Yulquila, evoca hoy el trauma que marcó su infancia:

-Las personas buenas y lindas eran las que se parecían a Jesús y a la Virgen.

Pero mi padre y mi madre no se parecían para nada a las imágenes de Jesús y la Virgen María que yo veía en la iglesia de Abra Pampa.

La cara propia es un error de la naturaleza. La cultura propia, una prueba de ignorancia o una culpa que expiar. Civilizar es corregir.

El fatalismo biológico, estigma de las razas inferiores congénitamente condenadas a la indolencia y a la violencia y a la miseria, no sólo nos impide ver las causas reales de nuestra desventura histórica. Además, el racismo nos impide conocer, o reconocer, ciertos valores fundamentales que las culturas despreciadas han podido milagrosamente perpetuar y que en ellas encarnan todavía, mal que bien, a pesar de los siglos de persecución, humillación y degradación. Esos valores fundamentales no son objetos de museo. Son factores de historia, imprescindibles para nuestra imprescindible invención de una América sin mandones ni mandados. Esos valores acusan al sistema que los niega.

Hace algun tiempo, el sacerdote español Ignacio Ellacuría me dijo que le resultaba absurdo eso del Descubrimiento de América. El opresor es incapaz de descubrir, me dijo:

 -Es el oprimido el que descubre al opresor.

Él creía que el opresor ni siquiera puede descubrirse a sí mismo. La verdadera realidad del opresor sólo se puede ver desde el oprimido.

Ignacio Ellacuría fue acribillado a balazos, por creer en esa imperdonable capacidad de revelación y por compartir los riesgos de la fe en su poder de profecía.

¿Lo asesinaron los militares de El Salvador, o lo asesinó un sistema que no puede tolerar la mirada que lo delata?

Fuente: http://pacosalud.blogspot.com/2018/10/12-de-octubre-nada-que-festejar.html




"Las naciones no son comunidades y nunca lo han sido. La historia de cualquier país, se presenta como la historia de una familia: oculta los feroces conflictos de interés (a veces estallando, a menudo reprimiéndolos) entre conquistadores y conquistados, amos y esclavos, capitalistas y trabajadores, dominadores y dominados en la raza y el sexo. Y en un mundo de semejante conflicto, en un mundo de víctimas y verdugos, el trabajo de la gente que piensa, como Albert Camus sugirió, es no estar del lado de los verdugos" -  Howard Zinn, A People's History of the United States, 1980)

"La mayor amenaza para la paz es el aluvión de propaganda derechista que retrata la guerra como algo decente, honorable y patriótico" - Jeannette Rankin (activista pacifista)