domingo, 13 de julio de 2014

El turno del aullante


Lo furioso, lo verdaderamente animal
que me sostiene, lo que me guarda en pie
con el rencor crecido, esto como de hueso,
como de dientes que se muerden
después de haber mascado el polvo,
esto de sangre, esto de grito ahorcado
como un aullido en la garganta,
esto como un muro, como un sollozo
largo de noche sin hogueras, lo animal,
lo verdaderamente huraño que me duele en los ojos.

Dije que el mar es algo así como esa diaria muerte
de mi cuerpo. Hoy me sale lo bronco
y me revuelvo, hoy me sale lo herido
y me desgarro —perdón por esta forma
de amargura, pero es que hoy
de muy dentro me sale lo animal desbocado,
la verdadera furia que me empuja:
esto de maldecir espinas por la boca
lo formalmente triste,
lo exactamente amargo como el llanto.
Ahora me vuelvo y me despido y me regreso.
Voy a buscar mi sombra entre la sombra,
porque mordí sin tiempo un corazón de niebla,
y lo bronco,
lo verdaderamente animal que me sostiene
está dolido.

 Max Rojas
Imagen, Alena Chendler

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