Quiero decir que eso, que lo otro, que todo
aquí me tiene muerto, medio muerto, llorando.
Porque nos pasa a veces, nos sucede que el mundo
-no sólo el mundo- se complica, se amarga,
Se vuelve de repente un niño sin cabeza,
Idiota, idiota, idiota.
Y el café ya no sirve, ni el cigarro,
ni hablar de soledad, de insomnio, de locura,
ni el lamentar a voces el corazón de rana que uno
tiene en el pecho.
- Jaime Sabines
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