sábado, 9 de mayo de 2020

Béla Tarr - El caballo de Turín




"Todo se ha venido abajo y todo se ha envilecido, podría decir que ellos han arruinado y degradado todo. Porque esto no es algún tipo de cataclismo que viene con la llamada ayuda humana inocente...por el contrario, es por el propio jucio del hombre, su propio juicio sobre su propio ser, en el cual por supuesto, Dios, está implicado, incluso me atrevería a decir que toma parte. Pero con independencia de su participación, el hombre es la criatura más horrible que pueda imaginar. Así que no importa lo que yo diga.  Porque como verá, el mundo ha sido degradado. A partir de que han adquirido todo, en una pelea engañosa y deshonesta...han envilecido todo. Y todo lo que tocan, y tocan todo, lo degradan. Era éste el camino hasta la victoria completa, hasta el triunfo final. Comprar, degradar. Degradar, comprar. O de forma diferente si quiere: Tocar, degradar y así comprar, o tocando, comprando y entonces degradando. Ha sido así durante siglos. Sin parar. Sigue y sigue y sigue. Esto y sólo esto, a veces a escondidas o groseramente, a veces amablemente, a veces violentamente. Pero ha sido así y sigue siendo. Eso sí, no cambia la forma, como ratas atacando en una emboscada. Porque para su victoria incondicional es también esencial la colaboración de los otros. Es decir, que el otro lado pensase que todo eso es excelente, grande y de alguna manera noble. Y que no debe participar en nigún tipo de lucha. No debería haber ninguna clase de pelea, solo la repentina desaparición de una parte, significa la desaparición de todo lo excelente, lo grande, lo noble. Así que, por ahora,  estos victoriosos ganadores que son quienes atacan y emboscan, gobiernan la tierra, Y, no hay ni el más mínimo ricón donde uno pueda esconderse de ellos, porque todo lo que ponen sobre sus manos es suyo. Incluso cosas que pensamos que no pueden conseguir - pero que consiguen - son también suyas. Porque el cielo ya es suyo y todos nuestros sueños les pertenecen. Suyo es el momento, la naturaleza, el silencio infinito. Incluso la inmortalidad es suya. ¿Me entiendes? ¡Todo, todo está perdido para siempre! Y las nobles, grandes y excelentes personas se pararon aquí, si puedo decirlo así. Se detuvieron en ese punto, y tuvieron que entender y tuvieron que aceptar que no hay Dios ni dioses. Y el destacado, el brillante y el noble estaban obligados a entender y aceptar este hecho, desde el principio. Pero, por supuesto, no fueron realmente capaces de comprenderlo. Lo creyeron y lo aceptaron, pero no lo comprendieron. Sólo aguantaron en su lugar, confundidos pero no resignados. Hasta que algo - que se activa en sus cerebros - finalmente los iluminó. Y de repente se dieron cuenta que no hay ni Dios o Dioses. De repente vieron que no es bueno ni malo. Luego vieron y comprendieron que si esto era así, entonces ¡ellos mismos no existen tampoco! Verás, creo que éste fue el momento en que podemos decir que quedaron exhaustos y sin fuerzas. Fueron extinguidos, quemados. Quemados y extinguidos como el fuego que dejó de arder en el prado. El uno era el perdedor eterno, el otro era el constante ganador. Derrota, victoria, derrota, victoria. Y un día – aquí en la vecindad- tuve que darme cuenta, y me di cuenta, que estaba equivocado, que estaba realmente equivocado cuando pensé que nunca ha habido y nunca podría haber habido algún tipo de cambio aquí en la tierra. Porque, créeme, ahora sé que ese cambio efectivamente ya se había producido."

- Béla Tarr - El caballo de Turín (monólogo de la película)

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