viernes, 8 de mayo de 2015




El lujo de comprender,
Ese lujo sería
Verte una sola vez
Y volverme un Epicuro.
Cualquier Presencia Tuya
Traerá la novedad del alimento.
Poco recuerdo del hambre
Después de haberme surtido tan bien.

El lujo de meditar;
El lujo fue el banquete de Tu Rostro,
Don de suntuosidad

Para esos días normales, cuya mesa lejana
-única certeza que veo-
Está provista de sólo una migaja,

La conciencia de Tí. 

- Emily Dickinson, 815

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