"...Y mis manos, que están ensangrentadas
de cavar, las alzo abiertas al viento,
para que, como árbol, se ramifiquen.
Te aspiro con ellas desde el espacio
como si me hubiera roto allí,
hecho pedazos en cierta impaciencia salvaje.
¿Qué es esto que siento ahora cayendo,
cayendo en la tierra reseca,
en voz baja, como una lluvia de primavera."
- Rainer Maria Rilke, de El Libro de Horas II, 34
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