jueves, 2 de abril de 2015

Evgen Bavcar, El fotógrafo ciego


 Bicicleta y golondrinas


Evgen Bavcar no ve porque es ciego pero mira porque es fotógrafo. Su ceguera llegó antes que la fotografía. Después de dos percances sucesivos –la pérdida del ojo izquierdo, culpa de la rama de un árbol; la pérdida del otro debido a la explosión de una mina abandonada– Bavcar perdió completamente la visión. Tenía once años y su despedida de la luz fue gradual.

“Jamás me asomé a una lente mientras veía. Tomé mis primeras fotos ya ciego, y tuve la suerte de conocer a un fotógrafo que me presentó su oficio como una profesión que yo podría ejercer”.

El pueblo donde Bavcar nació, en 1946, se llama Lokavec y queda en Eslovenia, muy cerca de Trieste, casi frontera con Italia. A los habitantes de Lokavec les tocó pertenecer a la monarquía austro-húngara, luego ser italianos y después yugoslavos. El padre de Bavcar, paisano, murió cuando Evgen tenía siete años. 

“Eslovenia es el único país que he visto”, “Sólo ahí la hierba es verdaderamente verde, porque sólo ahí el color que aprendí a atribuirle al pasto se asemeja al sonido de la palabra que utilizaba para describirlo. Pero Eslovenia es, ante todo, una galería interior que me sirve como espejo para crear las imágenes de todos los demás países”.

Su primera fotografía la toma a los dieciséis, para retratar a la mujer de la que estaba enamorado.Tras el bachillerato, estudió filosofía e historia en la Universidad de Liubliana. Durante un año ejerció como profesor: el primer profesor ciego en la historia de su país.

En 1972 viajó a París para estudiar en la Sorbona. Permaneció en la ciudad, ingresó como investigador en el CNRS. (Centre Nationale de la Recherche Scientifique), publicó un trabajo sobre el expresionismo alemán y se naturalizó francés.

Para estudiar filosofía del arte, debió contar en muchos casos con la ayuda de lazarillos. Solicitaba que le describieran las obras, y esto le daba “una idea intelectual, un sentimiento estético indirecto”; pero debía andar con prudencia y recurrir a más de un asistente (“relator de imágenes”) porque “las descripciones expresan en primer lugar los fantasmas de quien observa el cuadro”.

Ginebra con estrellas

Por el carácter de sus estudios, Bavcar fue el primero en teorizar sobre su ocupación a primera vista paradójica y sobre los desafíos que proponen sus fotos a los modelos establecidos de percepción. “Mi mirada existe gracias al simulacro de la foto que ha sido vista por el otro. La ausencia del ojo del fotógrafo acentúa la precariedad de ese instante irreversible que es la toma fotográfica. Las personas retratadas no pueden mostrarse de la forma habitual porque falta esa complicidad con el fotógrafo que les confirma su narcisismo”.

Hasta los treinta, Bavcar sólo fue un amateur. Invitaba a cenar a sus amigos, les tomaba una instantánea y se la obsequiaba, como una mirada demorada, antes de que partieran. Por esos años puso un aviso en la revista Paris-Match (“Fotógrafo ciego busca modelos”) y no recibió ni una llamada. “He aprendido mucho acerca del mundo visible gracias a la fotografía. Por ejemplo, de las mujeres. Necesitan ser miradas y conozco bien la incomodidad que sienten ante alguien que no puede verlas”.

La Violonchelista


La galería interior

Nadie sospecharía, ante las fotos de Bavcar, que su autor es ciego: los encuadres son perfectos, aun los más arriesgados. Cuando el semiólogo Thomas Soriano le señaló este rasgo, Bavcar respondió que encuadra bien porque así lo quiere el público, que si por él fuera no encuadraría con tanto esmero, y que al hacerlo en cierto modo responde a una demanda. Pero también están las técnicas. Muchas de sus fotografías son fruto de montajes por superposición, procedimiento de por sí dificultoso, hasta para un vidente.

“Lo importante es la necesidad de las imágenes, no cómo son producidas. Cuando imaginamos cosas, existimos: no pertenezco a este mundo si no puedo decir que lo imagino a mi manera. La imagen no es por fuerza algo visual: cuando un ciego dice que imagina, significa que él también tiene una representación interna de realidades externas”.

Bavcar sostiene que su fotografía nace de la penumbra, que su hoja en blanco en realidad es negra, como una cámara oscura. A menudo sus trabajos muestran imágenes expuestas largamente: deja abierto el obturador mientras se acerca y recorre los objetos con una linterna o incluso con una vela. Para guiarse, se vale de su tacto o de algún asistente. El resultado es una especie de escritura con luz.

María Magdalena

“Todos somos ángeles caídos con la oportunidad única de introducir en este mundo de tinieblas un poco de luz “, dijo Bavcar en un reciente reportaje. “Como cualquier otro grupo que vive marginado, los ciegos han sido obligados a expresarse con las palabras de otros y en su nombre. Mi sed de imágenes también consiste en combatir todos los lugares comunes acerca de los ciegos”.


Arlequín



Nude


Cabeza de Calígula, Napoles


 Dos desnudos con las golondrinas


De Miguel Ángel, Moisés con autógrafo


Véronique y el pato


 Puerta de golondrinas


Ginebra con el águila


Autorretrato inclinado


 Retrato con pinturas

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