Las sosegadas explosiones sobre las rocas,
los líquenes se multiplican,
extendiéndose en grises conmociones concéntricas.
Han acordado
encontrarse con los anillos de la luna, a pesar
de que en nuestro recuerdo no han cambiado.
Y como el cielo nos vigila
desde siempre,
tú has sido, amada amiga,
temeraria y pragmática;
y mira lo que ocurre. Pues el tiempo es
nada si no es indulgente.
Las estrellas fugaces se congregan
en luminosa formación en tu cabello negro
¿adónde se dirigen en bandada,
tan directas, tan temprano?
-Ven, déjame lavártelo en esta palangana grande de hojalata,
rebozada y brillante como la luna.
Elizabeth Bishop, de Una fría primavera
No hay comentarios:
Publicar un comentario