lunes, 21 de febrero de 2022

Jeanette Winterson - ¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?

 

 

"Todos los sábados Janey y yo íbamos al cine, comíamos fisch and chips y hacíamos el amor en el asiento trasero del Mini. Luego ella se iba a su casa y yo me acostaba leyendo a Navokov con una linterna. No me hacía ninguna gracia haber llegado a la N.

No podía entender porqué un hombre encontraba tan desagradable el cuerpo de una mujer madura. Lo mejor de tener que ducharme en los baños públicos era que podía mirar a las mujeres. Me parecían hermosas todas ellas.

Mirar a las mujeres no era algo sexual para mí. Amaba a Janey y ella era sexual, pero mirar a las mujeres era un modo de mirarme a mí misma y, supongo, una modo de amarme. No sé cómo habrían sido las cosas, si me hubieran gustado los hombres, pero no me gustaban. Algunos me agradaban pero no deseaba a ninguno. No entonces. Ahora tampoco.

Un día, cuando estaba en los últimos años de instituto y leíamos a Wilfred Owen y Middlemarch para el examen, me quejé de Navokov. Lolita me resultaba desagradable. Era la primera vez que la literatura me parecía una traición. Le pregunté a la bibliotecaria - por lo general era de fiar- y me dijo que a ella tampoco le gustaba Navokov y que muchas mujeres sentían lo mismo pero era mejor no decirlo en compañía mixta.

Los hombres te llamarían provinciana, me dijo, y le pregunté que significaba eso, y me explicó que significaba alguien que venía de las provincias. Le pregunté si Accrington era las provincias, pero me dijo que no, que estaba más allá de las provincias.

Así que decidí preguntar a mis profesores.

Tenía dos profesores de inglés. El primero era un hombre que acabó casándose con una alumna en cuanto ella cumplió los 18. Me dijo que Navokov  era fantástico y que algún día lo entendería. "Odia a las mujeres", le dije, sin darme cuenta de que aquello era el principio de mi feminismo.

"Odia en lo que se convierten las mujeres, que no es lo mismo - dijo el salvaje- . Ama a las mujeres hasta que se convierten en lo que se convierten".

Después mantuvimos una discusión sobre Dorothea Brook de Middlemarch y la repugnante Rosamund, a la que prefieren todos los hombres, probablemente porque no se convirtió en lo que se convierten las mujeres...

"Navokov puede que sea un gran escritor, o puede que no lo sea. No lo sé, ni me importa."

 

- Jeanette Winterson, ¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal?

 

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