“¿Hay alguien ahí?”, preguntó el Viajero,
Al golpear la puerta iluminada por la luna;
Y su caballo en medio del silencio mordisqueó el pasto
Del suelo del bosque, rico en helechos;
Y un pájaro salió volando del torreón
Por arriba de la cabeza del Viajero;
Y él golpeó nuevamente la puerta, una segunda vez;
“¿Hay alguien ahí?”, preguntó.
Pero nadie bajó hacia el Viajero;
Ninguna cabeza se asomó por entre las hojas
Para mirarlo en sus ojos grises,
Mientras él permanecía en el umbral, perplejo e inmóvil.
Sólo una hueste de oyentes espectrales
Que entonces moraba en la casa solitaria
Se quedó escuchando en la quietud lunar
Esa voz procedente del mundo humano;
Se quedó estrujando los débiles destellos en la oscura escalera
Que baja al vestíbulo desierto,
Prestando atención en un aire agitado y conmovido
Por la llamada del Viajero solitario.
Y él sintió en su corazón que había seres extraños
Cuya quietud respondía a sus gritos,
Mientras el caballo se movía, paciendo en la hierba oscura,
Bajo un firmamento cubierto de estrellas, visto entre las hojas;
Pues de repente sacudió la puerta con más fuerza
Todavía, y levantó la cabeza:
“Díganles que vine y nadie respondió,
Que cumplí mi palabra”—dijo entonces.
Ni el menor movimiento hicieron los oyentes,
Por más que cada palabra que él pronunciaba
Hacía eco entre las sombras de la casa silenciosa,
Eco del único hombre aún despierto;
Sí. Ellos oyeron su pie sobre el estribo
Y el ruido del hierro sobre la hierba
Y cómo el silencio resurgió nuevamente
Cuando los cascos dejaron de oírse entre la hierba.
- Walter de la Mare, Los Oyentes
"Los oyentes", de Walter de la Mare –ese poema no lo olvidaré nunca." "Ese poema se me quedó grabado. Al final, el viajero aporrea la puerta y siguen sin responderle, pero él tiene la sensación de que en la casa hay alguien. Luego hace girar a su caballo y dice: “Diles que he venido y nadie respondió. Que he cumplido mi palabra”. Solía recitarme ese poema una y otra vez. Era uno de mis preferidos. Si me hubieses preguntado: “¿De qué trata?”, creo que no habría sabido responder. Y, precisamente, ése fue el motivo principal de que me pusiera a escribir, la necesidad de decir cosas que no lograba decir de otra manera y que tampoco estaban expresadas en poemas ya escritos que yo conociera." Audre Lorde
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