"...realmente es el colmo!...¡Y condenarme a prisión perpetua para que no reclame nada!
En el fondo, todo eso surge del cerebro diabólico de Rodin. Tenía una
sola obsesión: que, una vez muerto, yo progresara como artista y lo
superara; necesitaba creer que, después de muerto, seguiría teniéndome
entre sus garras igual que hizo en vida. Necesitaba que yo fuera
desgraciada, tanto mientras vivía como después de su muerte. Lo ha
conseguido totalmente, pues soy desgraciada, muy desgraciada...¡Qué
cansada estoy de semejante...esclavitud!
Camille Claudel, Cartas desde el manicomio de Montdevergues
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