viernes, 5 de agosto de 2016
Henri Michaux, Sans Titre, 1962
Un día.
Un día, quizá pronto.
Un día arrancaré el ancla que mantiene mi navío lejos de los mares.
Con el tipo de valor que se necesita para ser nada y nada pero nada.
dejaré lo que parecía indisolublemente próximo.
Lo cortaré, lo volcaré, lo romperé, lo haré caer
De un golpe vomitaré mi miserable pudor, mis miserables combinaciones y encadenamientos "hilados con aguja".
Vaciado del absceso de ser alguien, beberé nuevamente el espacio que alimenta.
Al golpe de ridículos, de decadencias (¿Qué es la decadencia?), por estallido, por vaciamiento, por una total disipación-escarnio-purgación, expulsaré de mí la forma que creíamos tan vinculada, tan bien compuesta, coordinada, haciendo juego con mi entorno y con mis semejantes, tan dignos, tan dignos, mis semejantes.
Reducido a una humildad de catástrofe, a una allanamiento perfecto como después de un gran miedo.
Devuelto por debajo de toda medida a mi rango real, al rango ínfimo del que no sé qué idea-ambición me había hecho desertar.
Anonadado en cuanto a la altura, en cuanto a la estima
Perdido en un lugar lejano (o ni siquiera eso), sin nombre, sin identidad.
Payaso, derribando en el hazmerreír, en lo grotesco, en la carcajada el sentido de su importancia que, contra toda evidencia, se había forjado.
Saltaré.
Sin recursos al infinito espíritu subyacente, abierto a todos
abierto yo mismo a un nuevo e increíble rocío a fuerza de ser nulo
y raso...
y risible...
- Henri Michaux, Clown, Peintures
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