miércoles, 28 de octubre de 2015

Estoy presa en la casa equivocada




Por el año de los locos

Una plegaria

O María, madre frágil
escúchame, escúchame ahora.
a pesar de que no conozca tus palabras.
El rosario negro con su Cristo de plata
está ya en mi mano, sin bendecir,
pues yo soy la descreída.
Cada cuenta es redonda y dura entre mis dedos,
un pequeño ángel negro.
O María, permíteme esa gracia,
ese traspaso,
aunque yo soy desagradable,
sumergida en mi propio pasado
y mi propia locura.
Aunque estén las sillas,
yazgo en el piso.
Lo único vivo son mis manos
tocando las cuentas.
Palabra por palabra, yo tropiezo.
Como principiante, siento tu boca que toca la mía.

Voy contando las cuentas como olas
que martillan mi cuerpo.
Me enferma de que sean tantas,
estoy enferma, enferma en el calor del verano
y la ventana, arriba,
es la única que escucha, mi ser incómodo.
Ella es la que recibe, consuela.
La dadora de aliento,
murmura, exhalando su gran pulmón como un pez enorme.

Cerca, más cerca,
llega la hora de mi muerte
mientras me arreglo la cara, retrocedo,
me vuelvo inmadura y mi pelo se alisa.
Todo eso es la muerte.
Todo eso es la muerte.
En la mente hay un pasillo estrecho que se llama muerte
y por ahí fluyo
como si fuese agua.
Mi cuerpo es inútil,
yace acurrucado como un perro en la alfombra.
Se ha dado por vencido.
Aquí no hay palabras, salvo esas que se entienden a medias:
"Ave María" y "Llena eres de gracia".
Ahora penetro en el año sin palabras.
Noto la entrada rara y el exacto voltaje.
Existen sin palabras.
Sin palabras toco el pan,
y reparto el pan
sin hacer ruido.

Oh María, doctora de ternura,
ven con polvos y hierbas:
estoy en el centro.
Es muy pequeño y el aire es turbio
como en una casa de vapor.
Me dan vino como a un niño se le da leche.
Me lo ofrecen en un vaso delicado
en una copa redonda y un labio delgado.
El vino es de tonos vivos, rancio y secreto.
El vaso se alza por sí solo hacia mis labios
y me doy cuenta y lo entiendo
sólo porque está sucediendo.

Tengo miedo de toser
pero no hablo,
miedo a la lluvia, miedo al jinete
que empieza a cabalgar dentro de mi boca.
El vaso se inclina por sí solo
y estoy en llamas.
Veo dos lineas finas que bajan ardiendo por mi mentón,
me veo a mi misma como si estuviera viendo a otra.
Estoy partida en dos.

O María, abre tus párpados.
Estoy en el dominio del silencio,
el reino de los locos y durmientes.
Hay sangre aquí
y yo estoy sin comer.
Oh madre del vientre,
¿vine solamente por la sangre?
Oh pequeña madre,
estoy en mi propia mente.
Estoy presa en la casa equivocada.

- Anne Sexton, Live or Die

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