El lujo de comprender,
Ese lujo sería
Verte una sola vez
Y volverme un Epicuro.
Cualquier Presencia Tuya
Traerá la novedad del alimento.
Poco recuerdo del hambre
Después de haberme surtido tan bien.
El lujo de meditar;
El lujo fue el banquete de Tu Rostro,
Don de suntuosidad
Para esos días normales, cuya mesa lejana
-única certeza que veo-
Está provista de sólo una migaja,
La conciencia de Tí.
- Emily Dickinson, 815
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