"Velázquez, más allá de la edad de
50 años,
ya no pinta objetos concretos.
Erraba alrededor de las cosas
como el aire, como el crepúsculo,
capturaba por sorpresa en las brillantes
sombras los matices de colores
y las convertía en el centro invisible
de su sinfonía silenciosa.
Sólo tomaba del mundo
los cambios silenciosos
que se entrelazan dando forma y sonido.
en una progresión incesante
los cambios silenciosos
que se entrelazan dando forma y sonido.
en una progresión incesante
que ninguna convulsión o cataclismo
podría interrumpir o impedir.
El espacio reina.
Una onda aérea resbala sobre
las superficies
se impregna de sus emanaciones,
las define y moldea
propagándolas como un perfume
como un eco,
sobre los alrededores
de polvo imponderable
Vivía en un mundo triste
las superficies
se impregna de sus emanaciones,
las define y moldea
propagándolas como un perfume
como un eco,
sobre los alrededores
de polvo imponderable
Vivía en un mundo triste
Un rey degenerado...Infantes enfermos
idiotas...enanos...lisiados
algunos payasos monstruosos
vestidos de príncipes
cuya misión era reírse de sí mismos
y divertir a seres que vivían
al margen de la vida.
Presos de la etiqueta,
el complot, la mentira
unidos por la confesión
y los remordimientos
en las puertas, el auto de fe...
el silencio
Flota la nostalgia.
No se ve ni fealdad ni tristeza
ni el sentido fúnebre
de la infancia aplastada.
Velázquez es el pintor del anochecer,
de la inmensidad y del silencio
aunque pinte de día,
o en un cuarto cerrado
aunque la guerra
o la caza aúlle a su lado.
Como salían poco de día
cuando el aire quema
y el sol lo borra todo
los pintores españoles vivían
el atardecer."
- Ferdinand (Jean-Paul Belmondo) lee el texto de la monumental Histoire de l'art de Élie Faure sobre Velázquez, en Pierrot Le Fou, Jean-Luc Godard, 1965
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