"Mientras bajaba serpenteando por una de las callejuelas
encaladas de la ladera de la colina que da a la Grotta Azzurra, oí que alguien
gritaba mi nombre: Buongiorno, Silver!
En la ventana de un
pequeño apartamento había una gran jaula, y en ella, un pájaro adornado con un
gran pico.
Sé que era una
coincidencia, aunque Jung diga que tal cosa no existe, sé que no tenía nada de
mágico. Se trataba simplemente de una laringe adiestrada y con plumas, pero
coincidió con un momento personal en que esperaba que alguien gritara mi
nombre. Los nombres todavía son mágicos; incluso nombres como Sharon, Karen,
Darren y Warren son mágicos para alguien en algún lugar. En los cuentos de hadas,
nombrar es sinónimo de conocimiento. Cuando conozco tu nombre, puedo gritar tu nombre, y cuando
grite tu nombre, tú vendrás a mí."
- Jeanette Winterson, La niña del faro
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