Cuando el columpio secuestra las siete
colinas,
también hacia arriba se desliza,
abrazada y cargando con nosotros,
el agua sombría,
sumergida en el lodo del río,
hasta que los peces
se reúnen en nuestro regazo.
Entonces, cuando es el turno,
también nosotros nos alejamos.
Las colinas se hunden
y nosotros subimos y compartimos
cada pez con la noche.
Nadie salta,
es así: sólo el amor de otro
nos eleva.
- Ingeborg Bachmann, Imagen Nocturna de Roma, De Invocación a la Osa Mayor
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