XII
Quiere la transformación. Sé entusiasta de la llama,
una cosa se te escapa que en el cambio se adivina;
el espíritu que ordena lo terreno sólo ama
ese punto en el que su ímpetu la figura al fin se inclina.
Lo que se cierra en lo inmóvil, es lo endurecido;
¿cree estar a salvo acaso del gris imperceptible?
Espera: algo más duro nos advierte desde lejos la dureza,
y está, ay, ya el martillo levantado.
Reconoce el conocer lo que brota como fuente
y lo lleva como en éxtasis por la creación serena
que en su inicio tiene fin, y en su ocaso nacimiento.
Feliz espacio viene de la ruptura
que cruza con asombro. Y la Dafne cambiada,
quiere, laurel sensible, que te cambies en viento.
- Rainer María Rilke. Los sonetos a Orfeo
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