lunes, 4 de agosto de 2014

-¡Tenga compasión de su propia alma! -dije, intentando quitarle la copa de la mano.
-¡No quiero! Tengo ganas de mandarla al infierno para castigar a su Creador -repuso-. ¡Brindo por su perdición eterna!

-Cumbres Borrascosas, Emily Brönte

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