El Juego ha terminado
Mi querido hermano, ¿cuando nos construiremos una balsa
y bajaremos navegando por el cielo?
Mi querido hermano, pronto la carga será demasiado grande
y vamos a naufragar.
Mi querido hermano, dibujamos sobre el papel
muchos países y vías.
Ten cuidado, ante estas líneas negras aquí
explotarás con las minas.
Mi querido hermano, entonces querría estar atada
al poste y gritar,
Pero tú sales a galope del valle de los muertos,
y los dos huiremos juntos.
Despiertos en el campamento gitano y despiertos en el desierto,
la arena se escurre de nuestros cabellos.
Tu edad y la mía y la edad del mundo
no puede ser medida en años.
No te dejes engañar por cuervos astutos, ni por pegajosa
mano de araña, ni por la pluma entre las ramas,
y no comas ni bebas en el País de jauja,
es pura apariencia la espuma en ollas y jarros.
Sólo aquél que en el puente dorado recuerda
la consigna para el hada centelleante, ganará el juego.
Debo decirte que la palabra se derritió
con la última nieve en el jardín.
Muchas, muchas piedras hirieron nuestros pies.
Uno sana. Con este saltaremos,
hasta que el rey niño, con la llave de su reino en la boca,
nos venga a buscar; entonces cantaremos:
¡Es un hermoso tiempo cuando germina el cuesco del dátil!
Cada uno que cae, lleva alas.
Un dedal rojo cose el sudario de los pobres,
y tu corazón se abate sobre mi sello.
Tenemos que irnos a dormir, querido, el juego ha terminado.
En puntillas. Las blancas camisas se inflan.
Padre y madre dicen que andan penando en la casa,
cuando intercambiamos el aliento.
y bajaremos navegando por el cielo?
Mi querido hermano, pronto la carga será demasiado grande
y vamos a naufragar.
Mi querido hermano, dibujamos sobre el papel
muchos países y vías.
Ten cuidado, ante estas líneas negras aquí
explotarás con las minas.
Mi querido hermano, entonces querría estar atada
al poste y gritar,
Pero tú sales a galope del valle de los muertos,
y los dos huiremos juntos.
Despiertos en el campamento gitano y despiertos en el desierto,
la arena se escurre de nuestros cabellos.
Tu edad y la mía y la edad del mundo
no puede ser medida en años.
No te dejes engañar por cuervos astutos, ni por pegajosa
mano de araña, ni por la pluma entre las ramas,
y no comas ni bebas en el País de jauja,
es pura apariencia la espuma en ollas y jarros.
Sólo aquél que en el puente dorado recuerda
la consigna para el hada centelleante, ganará el juego.
Debo decirte que la palabra se derritió
con la última nieve en el jardín.
Muchas, muchas piedras hirieron nuestros pies.
Uno sana. Con este saltaremos,
hasta que el rey niño, con la llave de su reino en la boca,
nos venga a buscar; entonces cantaremos:
¡Es un hermoso tiempo cuando germina el cuesco del dátil!
Cada uno que cae, lleva alas.
Un dedal rojo cose el sudario de los pobres,
y tu corazón se abate sobre mi sello.
Tenemos que irnos a dormir, querido, el juego ha terminado.
En puntillas. Las blancas camisas se inflan.
Padre y madre dicen que andan penando en la casa,
cuando intercambiamos el aliento.
Ingeborg Bachmann, Invocación a la Osa Mayor
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