Aquí están los frutos, las flores, las hojas y las ramas
Y aquí está mi corazón, que late solamente por ti.
No lo desgarres más con tus manos blancas
Y que el humilde don a tus ojos sea grato.
LLego cubierto aún por el rocío
Que el viento matinal vuelve helado en mi frente.
Que mi fatiga a tus pies echada
Sueñe con esos instantes que los recuerdos calman.
Sobre tu pecho déjame reclinar mi cabeza
Donde el ruido de tus últimos besos todavía perdura;
Déjala que descanse de la buena tormenta
Y que yo duerma un poco puesto que tú descansas.
Paul Verlaine, Green
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