domingo, 31 de enero de 2016
"Toda mi vida ha transcurrido caminando por el lado de un abismo sin fondo, saltando de piedra en piedra. A veces trato de dejar mi camino estrecho y unirme a la corriente principal del remolino de la vida, pero siempre me siento atraído inexorablemente hacia atrás hacia el borde del abismo , y allí voy a caminar hasta el día en que finalmente caiga en el abismo"
- Edvard Munch
sábado, 30 de enero de 2016
Eva Besnyö se llamaba Eva Marianna Besnyö (1910-2003) y no se separaba nunca de su cámara Kodak Brownie.
La fotógrafa húngara, era vecina de Robert Capa en Budapest, fue la primera que enseñó a Capa a hacer fotos cuando ambos eran adolescentes. Ella era tres años más pequeña que él, pero hacían buenas migas por las calles del Budapest pobre y deprimido económicamente de finales de la década de los años veinte. Las familias de ambos eran judías y atravesaban problemas financieros. El nombre del muchacho, que cada día se interesaba más por la afición de su amiga, era Endre Ernö Friedmann. Por entonces le llamaban por el sobrenombre Bandi, pero el mundo le conocería pronto como Robert Capa (1913-1954), uno de los padres del fotoperiodismo contemporáneo.
Es terreno de la hipótesis dirimir si Capa se dedicó a la fotografía por la fascinación que despertaba en él la afición de Besnyö, pero está probado que su primer contacto con una cámara llegó de la mano de su amiga húngara. Besnyö cultivó durante toda su vida aquella pasión infantil. Por desgracia, su obra nunca alcanzó el reconocimiento universal que logró la de Capa.
En 1930, cuando se estableció en Berlín, la fotógrafa tenía 21 años. Tenía dos decisiones en mente: dejar atrás Hungría y su régimen fascista para siempre y dedicarse profesionalmente a la fotografía. Como otros de los fotógrafos de la gran escuela húngara que huyeron hacia Alemania (entre ellos Moholy-Nagy y Munkácsi y, más tarde, Capa), Besnyö aprovechó el ambiente creativo de Berlín con intensidad y publicó fotos urbanas en los diarios. Algunas de estas imágenes, como la del niño-mendigo con un violonchelo a la espalda, son de las más conocidas de la autora.
(La fotografía muestra a un niño gitano desde atrás. (Las personas gitanas eran parias en la sociedad húngara.) Él está caminando por el medio de una calle arbolada, que se extiende en el espacio profundo. En su espalda un inmenso cello - más grande que el chico - que se encuentra en diagonal a la espalda, que va desde la esquina inferior izquierda a la esquina superior derecha)
(La fotografía muestra a un niño gitano desde atrás. (Las personas gitanas eran parias en la sociedad húngara.) Él está caminando por el medio de una calle arbolada, que se extiende en el espacio profundo. En su espalda un inmenso cello - más grande que el chico - que se encuentra en diagonal a la espalda, que va desde la esquina inferior izquierda a la esquina superior derecha)
En 1932, dado el avance del antisemitismo y el nazismo, tuvo que escapar a Amsterdam, donde se integró en el círculo de la artista Charley Toorop y el cineasta Joris Ivens, activista en favor de la República Española con la película Tierra de España. Tuvo que escapar del fascismo húngaro y del nazismo alemán.
La fotógrafa fue una combativa luchadora contra el nazismo, participó en la muestra De Olympiade onder Diktatuur (La Olimpiada bajo la dictadura) contra los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936 y tuvo que vivir en la clandestinidad durante varios años cuando las tropas de Hitler invadieron Holanda en 1940. Fue una mujer combativa que escapó de los nazis y militó en grupos feministas.
Durante los años setenta militó en movimientos en pro de la igualdad de las mujeres.
viernes, 29 de enero de 2016
"Apenas te metés un poco en serio en sus textos empezás a sentir
lo de siempre, la inexplicable sensación de suicidio de la inteligencia por vía
de la inteligencia misma. El alacrán clavándose el aguijón, harto de ser
alacrán pero necesitado de la alacranidad para acabar con el alacrán"
-
Julio Cortázar - Rayuela
"Nosotros los griegos somos gente
taciturna. Para nosotros el suicidio tiene sentido. Pero poner luces de Navidad
después de que tu hija se ha suicidado, eso sí que no tiene sentido. Lo que mi yiayia
no llegó a entender jamás de este país es por qué la gente se empeña en ser
constantemente feliz"
- Jeffrey Eugenides, Las vírgenes suicidas
Primera edición de Moby Dick
Moby Dick o la ballena de Herman Melville, se publicó por primera vez en 1851
"He escrito un libro malvado pero me siento inocente como un cordero"
Herman Melville después de terminar Moby Dick
"...Me enamoré de la idea de que la cosa misteriosa que buscas toda tu vida con el tiempo te va a comer viva." Laurie Anderson al explicar su atracción por Moby Dick
jueves, 28 de enero de 2016
No había nada allí salvo rejas de metro
Durante meses permaneció mi mano aislada
en una lata. No había nada allí salvo rejas de metro.
Tal vez esté magullada, pensé,
y es por eso que la han encerrado.
Pero cuando miré yacía en silencio.
Se podría medir con esto el tiempo, pensé,
como con un reloj, por sus cinco nudillos
y las finas venas subterráneas.
Allí yacía, como una mujer inconsciente,
alimentada por tubos que no conoce.
La mano se había colapsado,
diminuta paloma salvaje
entrada en reclusión.
Le di la vuelta y la palma era vieja,
con líneas finamente bordadas
y puntadas subiendo por los dedos.
Era gruesa y blanda y ciega en algunos sitios.
Tan solo vulnerable.
Y todo esto es metáfora.
Una mano corriente, sólo que añorando
tocar algo que pueda devolver
el toque.
La perra no lo hará.
Mueve el rabo en la ciénaga mientras busca una rana.
No soy mejor que una lata de comida de perro.
Ella es dueña de su propia hambre.
No lo harán mis hermanas
Viven en la escuela, salvo para botones
y lágrimas que corren como la limonada.
Mi padre no lo hará.
Él viene con la casa e incluso de noche
habita una máquina que fabricó mi madre
y bien engrasada por su trabajo, su trabajo.
El problema es
que dejé que mis gestos se congelaran.
El problema no estaba
en la cocina ni en los tulipanes,
tan sólo en mi cabeza, mi cabeza.
Después todo fue historia.
Tu mano se encontró la mía.
La vida corrió hasta mis dedos como un coágulo.
Oh, carpintero mío,
ya están reconstruidos esos dedos.
Bailan junto a los tuyos.
Danzan ya en el desván y en Viena.
Mi mano vive sobre toda América.
No podrá detenerla ni la muerte,
la muerte derramando su sangre.
Nada la detendrá, pues es éste el reino
y el reino venidero.
- Anne Sexton, The Touch, Love Poems